Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 28 - Relatos Eróticos

Viaje de un jubilado (De vuelta en España) 28

... que tomara el ascensor le cogí del brazo y con la excusa de recoger la guitarra lo llevé al bar, allí pedí un café doble bien cargado.

Juan no comprendía, me había devuelto la guitarra en perfectas condiciones, parece que él aunque estuviera borracho como una cuba tenía sus prioridades y sabía que es lo que debía cuidar. En la barra del bar le fui hablando de lo que había pasado, en principio no le culpaba pero luego le fui inculcando que su mujer lo quería demasiado y que él no tenía la culpa, pero debía de darle un poco de tiempo.

No le especifiqué, pero le dije que Ana y yo habíamos“convencido” a su mujer sobre su comportamiento, pero ella le exigía que la tratara como una mujer amorosa, le insinué que nos había demostrado que había comprendido la importancia del sexo y aunque al principio no fuera una maravilla pondría su buena voluntad para aprender y para eso estaba él, debía enseñarla como si empezara ahora.

Ana se había mezclado entre los otros matrimonios, algunos habían adivinado que habíamos subido para calmar a Nuria y al verla sonriente comprendieron que habíamos tenido éxito, ya no preguntaron más y poco a poco todos fuimos volviendo a las habitaciones.

No vi a Fiorela, supuse que estaría con algún nuevo conocido, parece que un camarero le había hecho“ojitos” y a ella le había gustado, pero al entrar en mi habitación me di cuenta de que fue una de las primeras en abandonar el baile.

La escuché desde la ducha, ella estaba sobre la cama con un pequeño tanga como toda ropa y desde allí me informó…

Sin prisa me sequé y arrojé la toalla al suelo, Fiorela me miró y sin decir nada se bajó el tanga, hasta sacarlo por los pies, sonrió provocativa, suponía que algo bueno había pasado en la habitación de Nuria porque vio a Ana que llevaba la cara colorada.

Mientras marcaba el número de mi casa, Fiorela se acercó a mí, que estaba sentado en la cama con las piernas cruzadas, y apoyó la cabeza sobre mi muslo a la espera que le prodigara alguna de mis caricias acostumbradas.

Fiorela también estaba escuchando a Javi y levantó la cabeza de mi muslo soltando la polla, pues se entretenía intentando alegrarla y se puso seria preguntándome que pasaba. Yo nada más colgar llamé a Corina, estaba en el hospital y ya con las luces apagadas, tuvo que salir de la habitación y meterse en una salita de espera para poder hablar, me contó que a Concha le había dado un trombo en una pierna y le había producido un hematoma grande, le estaban haciendo pruebas y… de momento no sabían nada, ella, en efecto había dejado al niño con Susana y estaba al cuidado de mi mujer.

Le dije que salía para allá, Corina me quiso disuadir, diciéndome que de momento no hacía falta, que no era importante y que ella podía solventarlo todo, pero yo no atendí y le dije que iba a salir para allá. Fiorela se sentó a mi lado, le pregunté su opinión como médica, y aunque lo disfrazó un poco, me dijo que podía ser un trombo en una vena de la pierna, o… algo ...