1. El verano de 1986


    Fecha: 31/07/2022, Categorías: Primera Vez Autor: vule69, Fuente: CuentoRelatos

    El año escolar 1985 finalizaba. Había decidido ir a mochilear para el sur por lo que trabajaría todo diciembre y enero para en febrero irme. Desde pequeño tuve el bichito de los viajes. Esto gracias a que mi padre siempre fue aficionado a viajar y por ello me instó a ello. Ya tenía 18 años y a pesar de mi corta edad había acumulado muchas experiencias, aunque aún no había tenido sexo conocía ya gran parte del continente, pero me faltaba la zona sur de mi país.
    
    Quería algo nuevo por lo que no tomé el trabajo en la fábrica de mi papá y me ubiqué de lavaplatos en un billar fuente de soda en el principal puerto de Chile. No pasaron dos días completos y el dueño, al enterarse que dormía en la playa, me ofreció, por un módico precio descontado de mi paga, una habitación... La última del tercer piso.
    
    Consistía en un cuarto de 4x4 con un ventanal corredizo que abarcaba toda la pared que daba al frontis del local. Por mobiliario contaba con una cama de dos plazas, un velador, una cajonera y una televisión pequeñas. En otras palabras, era perfecto, porque además de todo, no se sentía bulla, por lo que podía dormir tranquilamente a pesar del bullicio nocturno del billar.
    
    Por mi edad y carácter pronto a todos les caí en gracia. Bromeaba y reía todo el día. La verdad me agradaba el trabajo. En especial, la esposa del dueño, Susana... Asumo que rondaba los 40 años, morena, delgada, de 1.65 m, el pelo ondulado, abundante y largo. Tenía unas tetas prodigiosas y un culo pequeño, pero respingón y aún firme. Si bien no era bonita, fea tampoco. Su más bello rasgo era su boca... Carnosa y sensual.
    
    Llevaba siempre vestidos cortos y apretados, calzando siempre zapatos elegantes con un taco muy delgado y largo. Rara vez salía de la oficina. Su esposo, llamado Roberto, era un viejo choro de puerto, apenas más alto que ella, pelado, panzón y fornido. Reía todo el día y nos garabateaba constantemente. Era un patrón simpático y justo.
    
    A la semana, ya conocía todo el lugar o eso creía, yo. Descubrí, por ejemplo, que los dueños vivían también en el edificio. Todo el segundo piso era su hogar. En mi piso había otras dos piezas. Una desocupada. En la otra vivía el guardia, de nombre, Germán. Un tipo lleno de tatuajes y con aspecto de pocos amigos, que resultó ser muy sociable y hablador, don Robert le decía Franki, por Frankeinstein... Contaba chistes con doble sentido todo el día y siempre llevaba consigo una revista con mujeres desnudas doblada y metida en el bolsillo trasero del pantalón.
    
    También trabajaban en el lugar Calixto (cali le decían) un tipo cuarentón, delgado y alto. Tenía cara de ratón. Era el garzón. Juana, la cocinera. Señora de unos 60 años, baja y regordeta. Gritaba todo el día, pero era buena gente y perlita, la cajera. Rubia desaliñada de unos 40 años, sin tetas, pero con un culo gigante. Se pintaba las uñas todo el santo día... Aunque era genial cuando lo hacía con los pies, pues a pesar de usar faldas cortas, levantaba las piernas para ...
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