1. ¡¡Espero tanto que sí!!


    Fecha: 05/07/2022, Categorías: Incesto Lesbianas Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... autoerotismo y ella no dependía de mí. Tuve miedo de que ella se hubiera dado cuenta, no sé si lo hizo o no, pero continuamos a encontrarnos y ella me demostraba que eso aumentaba la conciencia de su sexualidad y también la mía.
    
    Había veces que se masturbaba frente a mi solo para su deleite y el mío, le encantaba que yo la mirara, su desenvoltura, su exhibicionismo y desinhibición eran un placer a la vista. A veces me pedía que yo lo hiciera para ella y terminábamos masturbándonos juntas, era un placer infinito jugar con ella.
    
    Nunca hablábamos de lo que hacíamos. Nunca nadie se enteró. Para el mundo exterior éramos como cualquier madre e hija, solo que jamás peleábamos. Me dio una alegría infinita el día que me pidió que le afeitara su coño. Era como volver a tener a mi niña. A la semana siguiente me pidió que afeitara mi chocho. Cuando lo hice estábamos las dos en la vasca de baño, yo todavía con espuma de barba y mi piel recién afeitada descolorida y pálida. Se metió en medio a mis piernas me botó agua con la ducha portátil mientras se masturbaba hasta correrse más de una vez mirando mi coño con adoración. Esa fue la única y primera vez que me corrí sin tocarme.
    
    Nunca quise presionarla a hacer cosas diferentes de lo que hacíamos, quería ser su refugio, un lugar seguro donde ella se pudiese asilar en caso de una depresión, un stress, una desilusión o simplemente cuando se sintiera cachonda. Las cosas se pusieron un poco más densas cuando se fue a la universidad con los inevitables novios. A pesar de todo seguía viniendo a sentarse en mi regazo con los pantalones abajo o en vestido y sin bragas y me dejaba que la tratara con ternura. Me parecía disfrutar más masturbando a mi hija que masturbándome yo misma. Y por los abrazos y besos que me daba después, sé que a ella también le gustaba.
    
    La mayoría de sus amigas se habían ido a universidades lejanas, en cambio ella eligió una local. Sospeché que no quería alejarse de mí. Me hizo sentir un poco culpable por un tiempo el que ella hubiera valorado más nuestra relación que su futuro pedagógico, pero lo cierto es que no quería pasar largos meses sin poder abrazarla y sentirla estremecerse en mis brazos hasta exhalar un último gemido de satisfacción.
    
    Quizás un día ella decidirá que basta esta historia de madre e hija. Si es por mí, yo espero que eso nunca suceda. ¿Seguirá queriendo que su madre la masturbe después de que se case? ¿O cuando quede embarazada? ¡¡Dios, santo!! Espero tanto que sí …
    
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