Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 10 - Relatos Eróticos

Pau y las prácticas en la Masía. Capítulo 10

... boca. Nunca pensé que me diera tanto morbo saborear los restos de semen de Eric. Estaba tibia, algo dulce pero no me desagradó. Le di unas cuantas chupadas hasta que no quedaba ningún resto.

Eric no se dio cuenta que me incorporé. Contemplé aquel cuerpazo despatarrado en el sofá. Mi rabo seguía como un palo. Me subí a ese sofá de diseño, cuando estaba de pié, Eric me miró y sonrió.

Se giró. Yo me eché la mano al miembro para descapullarmelo.

Su boca se acercó a mi polla. Yo no quería perder detalle de ese momento. No me preguntéis como, pero sentí la presión de los labios sobre el exceso de piel de mi prepucio, después la polla iba entrando en su boca. Lo más fuerte, es que yo, podía percibir como mi glande se iba descubriendo poco a poco. Casi me corro por la sensación.

Lo siguiente fue una mamada casi perfecta. Yo estaba mucho más relajado que la primera, así que pude disfrutar mirando como Eric se trabaja mi rabo. Empezó despacio, jugando con el glande, metiéndosela despacio, chupando los huevos, se notaba que disfrutaba. Nuevamente me salió un gesto de cariño. Acaricie su cabeza mientras lo hacía, incluso en un momento jugué con su lóbulo derecho.

Cuando toque el timbre de esa casa, hacia unas horas, no pensaba, que a mis 20 años, fuera satisfacer tantas fantasías sexuales. Nunca lo había intentado con ninguno de mis rollos, pero sabía que con Eric no había barreras.

Eric chupaba mi polla, yo empecé a mover las caderas levemente. Me flipaba la compenetración sexual que teníamos, no me hizo falta hacer más. Dejó de mover la cabeza, eran mis caderas, me estaba follando la boca del culé. Fue con delicadeza, pero mis dos manos agarraron su cabeza. Las suyas en cada una de mis nalgas.

No sé cuanto estuve follandome la boca de Eric, pero os reconozco que no fue mucho, llevaba demasiado tiempo empalmádisimo. Si que al final, mis embestidas no eran tan profundas pero si mucho más rápidas. Me iba a correr. Mi cuerpo tenso se arqueaba del placer. Saque mi rabo de la boca de Eric.

Sentía las gotas de sudor caer por mi pecho mientras me pajeaba a toda velocidad. El glande justo encima de la cara de Eric, que esperaba de rodillas y con esas gafas de pasta que tanto me ponían, la descarga.

Le miré y me dió morbo ver esa cara manchada por mi líquido. Algunas gotas habían acabado en el cristal de las gafas, la mayoría en el pómulo derecho y parte alrededor de los labios. Eric me miraba arrodillado y sonreía. Agarró mi rabo y a lametazos limpió los restos de semen.

Sentía la debilidad en mi cuerpo, me senté en el sofá. Nos dimos un pico y pude saborear mi propia lefa en sus labios. Los dos, desnudos y sudados por el sexo, caímos rendidos.

Era ya tarde, como las 12 de la noche o así. Seguíamos tirados en el sofá. Eric me invitó a quedarme a dormir. Los dos próximos días los futbolistas los tenían libre, en mi caso sólo el día siguiente, el domingo. Estaba muy a gusto con Eric, pero me parecía quizás excesivo quedarme. El ...