1. La señora Ysabela y yo (7)


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... eran la música más hermosa que conocía y conocería por siempre. Yo sacaba toda mi verga dejando el glande dentro suyo y volvía a ingresar lento, muy lento haciéndole sentir el gusto más grande de su vida como siempre me confezaba. Otras veces se la dejaba entera por completo hundida en su concha, y la apretaba contra mi cuerpo tocando su útero con el glande, eso la volvía loca en verdad, porque le daba un placer inmenso y desbocado. La señora Ysabela, se retorcía de lo sabroso que se sentía llenada en sus entrañas por mi considerable pene.
    
    Al sentir que mis huevos estaban a punto de estallar, saqué mi verga y me trepé hasta sus senos, sentado jalé todo lo que pude mi pellejo, y en segundos su cara se veía bañada de mi abundante eyaculación. Su cabello, su nariz, mejillas, un ojo y su barbilla estaban embarradas de mi néctar, mientras ella se relamía rescatando y disfrutando de la lechada que rodeaba su boca.
    
    Extenuado caí a un lado de ella, su cabello era una maraña loca y desenfadada, quien pudiera creer que una madre pudiera ser tan salvaje.
    
    - Uffff, mira cómo me has dejado, pequeño.- dijo riendo al ver su rostro en el espejo. Si mi esposo me viera así se moriría.
    
    - Ja,ja,ja, ¡qué loca eres!- dije divertido por su ocurrencia.
    
    Luego ella fue al baño, a lo lejos escuchaba el correr del agua, signo que se lavaba mi semen de la cara. Al poco rato regresó sonriendo y acostándose a mi lado. Yo la rodeaba con un brazo y su cabeza descansaba sobre mi pecho, sus vellos púbicos me rozaban la pierna derecha.
    
    No necesitamos descansar mucho pues los días de abstinencia nos urgían a seguir copulando. Una vez más su mano se deslizaba sobre mi miembro viril logrando con facilidad que alcanzara su sobresaliente tamaño.
    
    - Que verga, que pedazo de verga.- dijo jalando con fuerza mi pellejo.
    
    La señora Ysa se movió sacando la vaselina, y procedió a embadurnar mi verga, luego su dedo se dirigó a su ano, y así como estaba yo, o sea echado, ella se puso de cuclillas sobre mí. Con una mano dirigía mi glande hasta su agujero cagón mientras con la otra mano sostenía el tronco de mi pene.
    
    Con su experiencia de madre arrechona se fue dejando caer sobre mí, su cabeza miraba hacía arriba, concentrándose en su labor. Su ano se abría desmesurado ante el también desmesurado tamaño que la invadía, no por eso se detuvo sino que siguió y siguió hasta que de una sentada se terminó de incrustar mi verga por completo.
    
    Ella sonrió satisfecha de sentirse llena, yo la observaba absorto por su desempeño magistral. Mi maestra me seguía dando unas clases únicas. Era toda una experta en la materia de eso no había dudas.
    
    Yo agarré sus melones golosos con mis manos, a la vez que ella empezaba a cabalgarme, moviéndose de atrás hacia adelante, una y otra vez, sin detenerse, yo estaba loco de contento y no me detenía en el ataque a sus sabrosos pezones que apretaba hasta ponerse duros.
    
    - ¿Te gusta papito?- preguntó arrecha.
    
    - Por supuesto, muchísimo.- dije ...