1. La señora Ysabela y yo (7)


    Fecha: 01/07/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Con la mente sumida en lo acontecido el día anterior, deseaba con curiosidad enterarme de lo sucedido.
    
    Tanta fue mi curiosidad que salí de mi casa, quedándome en la puerta esperando, así fue que pasó su esposo, que me saludó con normalidad y yo como buen chico y vecino devolví el saludo. Acto seguido, salí disparado al patio subiendo al techo de mi vecina, después de unos silbidos apareció ella sonriendo.
    
    - Y, ¿qué pasó ayer, Ysabela?- pregunté muerto de curiosidad.
    
    - Ay, mi niño, pues simplemente nada.- respondió indiferente.
    
    - ¿No se dió cuenta de nada?- inquirí ante su respuesta.
    
    - Es en serio, yo me metí a la ducha y finguí darme un baño.- dijo riendo.
    
    - Te pasaste de ocurrente.- dije también riendo.
    
    - Ja,ja,ja, ¿tú crees?- preguntó muerta de risa.
    
    - Sí, ja,ja,ja.- contesté en un ataque de risa.
    
    Yo me acerqué y la tomé entre mis brazos besándola, ella respondió igual, nuestras lenguas jugaban empalagosas producto de la calentura acumulada y por la frustación del día anterior.
    
    Su bata cayó al suelo y la señora, dócil se dejó desnudar por mí; su sostén cayó rápido y luego su calzón fue el último valuarte para dejar paso a su desnudez. Yo fui dejando caer mis propias ropas mientras ella se mantenía parada ante mí. Al quedar los dos completamente desnudos me puse de rodillas empezando a lamer su vagina, ella pasó una pierna sobre mi hombro y sus manos me sujetaban los cabellos acariciándolos. Mi lengua recorría cada pliegue de su vulva, y sus vellos púbicos castaños hacían cosquillas en mi nariz.
    
    Después de jugar travieso en su selva indómita, para otros pero no para mí, estando de pie, ella jalaba mi verga propiciando que alcanzara su tamaño que conocía muy bien. La señora restregaba el glande contra la espesura de sus vellos para luego tratar de colocarlo en su entradita vaginal, para facilitarme el trabajo levantó la misma pierna de antes, que yo sostuve con la mano derecha. Lentamente ella colocó mi verga en el lugar correcto y sin pedir permiso, empezaba a penetrarla limpia y seguramente, nuestros ojos se encontraron y nuestros besos eran acompañados por la cogida que hace un tiempo necesitábamos.
    
    No tuve que esperar a que me dieran permiso, de un buen golpe terminé de enterrar toda mi pinga en su sabrosa concha. Ella echó su torso para atrás, ofreciéndome sus senos voluptuosos que yo empecé a degustar como dueño absoluto.
    
    - Cárgame.- susurró pasando sus piernas por detrás de mi cintura.
    
    Con mis manos sujetaba sus nalgas, subiendo y bajando su cuerpo permitiendo el coito. Así estuvimos cerca de 5 minutos o más, que importa, lo importante fue que la cachada que nos dábamos era la gloria. Sin decirle nada, la agarré firme en mis brazos y me lancé sobre la cama, rebotando nuestros cuerpos sobre el colchón de muy buena calidad para resistir mi locura.
    
    Abrazados como tanto nos gustaba, seguimos copulando, minuto tras minuto, salía y entraba de su chucha húmeda y caliente como ella sola. Sus gemidos ...
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