1. Cristina


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... como si mi orgasmo fuera a llegar tranquilamente, casi de la nada, a pesar del esfuerzo constante de la hembra.
    
    Oh, qué gusto, ¡qué corrida más cojonuda! Cristina ha recibido mis lechazos en el interior de la boca, sigue lamiendo durante mucho rato, muy suavemente, hasta que acaba sólo con la punta de la lengua, momento en el que se baja mi polla, me temo que de manera definitiva durante unas cuantas horas. Lo ha vuelto a hacer, un beso guarro para compartir mi semen es el final de la que, probablemente, ha sido la mejor mamada que me han hecho hasta ahora. Es una
    
    comepollas
    
    cojonuda y además le gusta serlo. Quedo adormilado sobre la cama con Tina tumbada a mi lado, que también se echa plácidamente a descansar.
    
    Aparte de dos tetonas que ya hace tiempo tuvieron a bien hacerme una paja cubana —otros dicen paja rusa— o por lo menos intentarlo excitándome con la polla entre sus tetas, las mujeres con las que he tenido sexo y se lo he pedido, o no han querido o se han cansado al poco rato o, la mayoría, no han podido hacérmelo bien por no tener un par de pechos de suficiente tamaño, condición indispensable —además de una buena polla, claro— para que una paja cubana tenga éxito y no se quede en simples rozamientos entre tetas y rabo.
    
    Las tetas de Tina probablemente son las más grandes que me he comido nunca, ahora mismo me parecen también las más excitantes, no sólo por su tamaño, sino por su piel acogedora, por esa textura fabulosa que hace que sean duras, fuertes y al mismo tiempo lo suficientemente elásticas, carnosas, flexibles, blandas, confortables, como para que mis manos, la lengua, los labios, no se harten de tocar, acariciar, besar, lamer, chupar, mamar, mordisquear, estirar… Hay mujeres cuyas tetas no parecen ser demasiado sensibles, les excita más ver el efecto que nos producen a los hombres que lo que sienten ellas mismas. No es el caso de Cristina, quien pide que me ocupe de sus maravillas y de los pezones en particular, porque con ello se pone muy cachonda. Se cumple en ella a rajatabla esa extendida creencia masculina de que los pezones de la mujer tienen conexión e hilo directo con el coño.
    
    Cuando le digo que tengo ganas de que me haga una paja cubana sonríe —
    
    ya tardabas mucho en pedírmelo
    
    ,
    
    sois todos iguales
    
    — me besa, se acerca al cuarto de baño y trae uno de esos botecitos pequeños que los hoteles facilitan como cortesía a sus clientes. Inmediatamente me hace tumbarme en la cama boca arriba, con el torso medianamente incorporado apoyado en las almohadas que descansan sobre el cabecero de madera. Tras chuparme la polla un ratito, con lengua y boca muy ensalivadas, buscando ponerla bien tiesa y dura, se sitúa arrodillada, casi sentada, sobre mí, que no he dejado de acariciar suavemente sus pechos todo este tiempo. Coge las tetas con sus manos y las coloca de manera que mi polla queda en el medio, en ese canalillo estrecho, profundo y apretado que, más que separar sus pechos, los junta el uno al otro. ...
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