1. Claudia y Mariel: Duelo de Putas


    Fecha: 29/06/2019, Categorías: Lesbianas Autor: julieta76, Fuente: TodoRelatos

    ... mordiéndole la mano.
    
    Se lanzaron maldiciones y gruesos insultos, antes de comenzar a intercambiar feroces puñetazos en el rostro. Pronto, ambas tenían la mirada borrosa y la sangre les caía por los labios y narices.
    
    Tres minutos pasaron sin que ninguna pudiera imponerse. Por ello, se agarraron del cabello con una mano y continuaron el violento intercambio, mientras rodaban en el suelo. Los gruñidos de dolor se mezclaban con el chasquido seco de los golpes. Sus rostros y el suelo se tiñeron de rojo.
    
    La lucha continuó durante lo que pareció una eternidad, con ambas empujando sus cuerpos al límite de la resistencia. La sangre, los moretones y la suciedad se mezclaban en una danza macabra en sus cuerpos. Ninguna de las dos estaba dispuesta a rendirse. El deseo de ganar se había convertido en una obsesión.
    
    Rodaron hacia un lado y hacia el otro con las piernas entrelazadas. Las minifaldas se levantaron por el fragor de la batalla y sus tangas iniciaron su propia lucha de fricciones.
    
    Finalmente, Mariel logró sentarse sobre el vientre de su rival y abofetearla varias veces para que el eco resonara de manera humillante. Las dos lloraban con los dientes apretados. Claudia se retorcía, pero no lograba soltarse.
    
    Fue así como, tras recibir varios puñetazos en la nariz, reconoció la derrota.
    
    —¿Qué decís, conchuda?
    
    —¡Basta! ¡No me pegues más! ¡Ya fue! ¡Sos la mejor!
    
    Mariel, eufórica, la abofeteó de nuevo, disfrutando.
    
    —No te escucho, puta.
    
    —¡Sos la mejor! ¡Me ganaste, yegua! ¡Te odio!
    
    Mariel sonrió y le escupió en los labios.
    
    —¡Yo también te odio, hija de puta!
    
    Entonces, para completar su humillación, se inclinó hacia su rostro y le plantó los labios. Claudia abrió los ojos, sorprendida y aterrada, pero Mariel continuó besándola y ambas se entregaron a un intercambio de mordiscos furiosos. Las lenguas se buscaron, ávidas, para enredarse juntas y pasar de una boca a la otra. Las dos comenzaron a mover sus vientres para intensificar el contacto entre sus tangas húmedos.
    
    Los minutos pasaron, con ambas rivales entregadas a una pausa momentánea. Cuando sus bocas se separaron, cada una se relamió para limpiar los labios de la sangre y saliva mezcladas.
    
    Mariel la escupió y le dio una bofetada.
    
    —¿Entendiste quién es la mejor, hija de puta?
    
    —¡Sí, yegua! ¡Vos! ¡Vos!
    
    Mariel levantó los brazos, victoriosa y se levantó. Le dio una patada en la panza y se alejó hacia el hotel con el que trabajaba para limpiarse.
    
    Claudia se quedó hecha un ovillo, sollozando, jurándose que pronto se vengaría. 
«12»