Claudia y Mariel: Duelo de Putas - Relatos Eróticos

Claudia y Mariel: Duelo de Putas

Claudia y Mariel eran las dos putas más buscadas de la zona. Cada una contaba con fieles clientes que les dejaban generosas propinas. Solían lanzarse miradas de desprecio y rivalidad, pero nunca llegaron a enfrentarse directamente, más allá de algunos comentarios sarcásticos.

Ambas eran mujeres decididas, con cuerpos firmes y sensuales. Claudia tenía ojos almendra y largos cabellos cobrizos. Mariel hipnotizaba con su mirada oscura y enigmática, enmarcada por una sedosa cabellera negra.

Claudia llevaba un ajustado vestido rojo con una minifalda que dejaba muy poco a la imaginación. Un sensual tajo a cada lado permitía espiar los firmes muslos. El sugestivo escote apenas podía contener sus grandes pechos realzados por un corpiño-push up. Mariel, por su parte, llevaba un atuendo similar, pero de color negro. Ambas calzaban elevados tacos aguja que estilizaba aún más su andar. Las opulentas caderas eran otro de sus atractivos.

Siempre que las veían en esquinas enfrentadas, los clientes intentaban llevárselas para hacer tríos y orgías, pero ambas se mantenían firmes en su postura. No hacían concesiones ni tenían sexo con otras mujeres.

Las fantasías y leyendas acerca de una y otra se contaban entre los habitúes de la zona y algunos vecinos.

Esa noche había algo extraño. Una sensación de peligro que flotaba en el ambiente. Claudia bajó de un Mercedez Benz blanco y regresó a su lugar en la esquina.

Minutos más tarde, Mariel hizo lo propio al descender de un Alfa Romeo. En cuanto los autos se alejaron, ambas comenzaron a lanzarse miradas desafiantes. Como si quisieran proclamar que esa esquina les pertenecía.

Cada una comenzó a musitar insultos que fueron creciendo en volumen. Hasta que, en medio de la medianoche, bajo la luz pálida de la luna, ambas se encararon como si respondieran a una señal. No había testigos, ni clientes, solo el frío silencio que envolvía la noche. Esta vez, ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder. Ambas querían humillar a la zorra que le disputaba el territorio.

Se encararon con sonrisas escalofriantes, antes de pasar a los insultos directos. Sus rostros se fueron acercando y comenzaron a echarse el aliento directamente. Ambas lo sintieron como un insulto imperdonable. Por eso, cuando Claudia la empujó con los pechos, Mariel se la devolvió, seguida por una sonora bofetada. Claudia respondió y el eco quedó sonando en la inmensidad de la noche.

Fueron tan solo dos segundos, donde el estupor y la indignación se apoderó de ellas. Con un chillido histérico se lanzaron la una hacia la otra. Percían dos felinas en un frenesí de ferocidad.

El primer golpe fue un puñetazo de Claudia, pero Mariel lo esquivó ágilmente y respondió con un rodillazo en el estómago que la hizo tambalear. Ambas mujeres intercambiaron furiosos golpes sin piedad.

Claudia agarró un puñado de cabello de Mariel y tiró con fuerza, arrancando un grito de dolor de sus labios. Mariel, sin embargo, no se dejó amedrentar y respondió ...