1. No fui expulsada del paraíso por ser infiel


    Fecha: 20/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: SandraWK, Fuente: CuentoRelatos

    ... zonas que exigían una inminente satisfacción.
    
    Vencidas mis pobres disculpas, sometida a la pasión y a la necesidad de sexo, gire un poco el cuerpo, pase mi pierna derecha por encima de Andrés, sentándome sobre él y agarrándole la cabeza con ambas manos le bese como si la vida me fuera en ello, como si aquel beso debiera reanimarme a la vida y su lengua fuera el hilo de Ariadna que me condujera a la luz.
    
    A su vez Andrés me sostenía con una mano de la parte inferior de los glúteos mientras que con la otra se afanaba, de manera brillante, primero en desabrocharme el sujetador, luego en desabotonarme la blusa y por fin, con esta abierta, en colocar el sostén por encima de mis grandes pechos, que liberados de su anclaje se colocaron en su posición natural, con los pezones erectos y desafiantes, prácticamente dolorosos y sensibles a cada roce con la camiseta de Andrés; por fin, como recibiendo un mensaje de auxilio telepático, separo su boca de la mía y comenzó a besarme los senos, avanzando hacia las areolas y finalmente introduciendo en su boca cada pezón, que succionado y masajeado por la lengua, enviaba a mi cerebro evidentes señales de placer y alivio.
    
    Era el momento, ya no había posibilidad de marcha atrás, ni por su parte ni por la mía... Su pene ahora atrapado por azar bajo mi muslo izquierdo, palpitaba rítmicamente, pero en el anterior forcejeo sexual, había estado continuamente en contacto con mis labios, rozando mi clítoris y en ciertos momentos pensé que me iba a correr sin ni siquiera mediar penetración, lo cual sería un desperdicio y ahora una necesidad irrevocable... apoye mis rodillas en el asiento, subí mi minifalda enganchándola en la cintura, alce la cadera, la cabeza ahora presionada por el techo del auto y dirigiendo una mano hacia nuestras entrepiernas agarre su pene, sorprendiéndome de su tacto y dureza, pero sobre todo de su peso, y lo libere de debajo de mi muslo...
    
    Al momento Andrés se quedó tenso, me miro a la cara con ojos de inmenso deseo, consciente de lo que iba a ocurrir a continuación...
    
    -Espera -dijo con voz temblorosa, como recordando un deber- un momento
    
    -¿Qué ocurre?
    
    -Tengo un preservativo en el bolsillo, ayúdame a colocármelo. Yo no podía atender esa suplica, sentía una imperiosa necesidad de ser penetrada por ese magnífico instrumento que firmemente sujetaba mi mano.
    
    Haciendo oídos sordos, me incorpore un poco más sobre mis rodillas, de nuevo atrapada contra el techo, coloque su pene vertical, enfilado hacia la entrada de mi vagina, su enorme glande lubricado por sus líquidos y los míos, apoyado en mis labios al rojo vivo...
    
    -No -volvió a decirme- déjame que me coloque el preservativo, ¡es un segundo! No podía razonar; mientras desatendía sus suplicas, sin perder su posición, masajeaba el pene, arriba y abajo, con la mano que lo sujetaba, admirándome de su porte...
    
    -No puedo esperar, necesito sentirte dentro... tranquilo -dije con un atisbo de cordura- no estoy en días de posibilidad ...
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