1. UNA FAMILIA QUE SE AMA


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Incesto Intercambios Sexo en Grupo Autor: WILLYMAS96, Fuente: SexoSinTabues30

    ... años.
    
    En ese lapso, la joven ya no era ese fideo vestido. Habia echado un cuerpo delgado como una gacela, a pesar que aún conservaba esa cara de niña. Ya era mayor de edad. Desde entonces, no vestía ropa dos tallas mas grande, sino una más chica.
    
    Luego de convivir años, decidimos casarnos con Inés. Bajo el seudonimo “pecadora” mi novel esposa, escribía novelas eróticas, para canalizar esas fantasías locas y le iba muy bien.
    
    Cierto día, madre e hija salieron a tomar algo, con la excusa de buscar un regalo para mi cumpleaños.
    
    Esa noche vinieron mis padres y algún amigo a saludarme. La reunión fué muy amena, recibí obsequios y muchas muestras de cariño, en especial de Sofía.
    
    Cuando todos se fueron, Inés y Sofía, me vendaron los ojos para darme mi regalo especial.
    
    -Listo. Abrí los ojos. dijo Inés.
    
    La sorpresa fué mayúscula, las dos estaban completamente desnudas ante mí, riendo nerviosas.
    
    -Te gustó el regalito. Inés me mostraba a su hija desnuda.
    
    -Quiero que seas al primero. Suspiro Sofía sonrojada. Y agregó:- Ví todo lo que hacen con mamá y no quiero quedarme afuera.
    
    A esa altura, mi erección rompía los pantalones. Acto seguido, me saqué toda la ropa hasta quedar tan desnudo como ellas.
    
    Respiré profundo y acerqué mi boca a la de mi hijastra. Su lengüita deliciosa se enroscaba con la mía en los primeros juegos de la pasión.
    
    Mis manos cayeron lentas por la espalda, pasaron por la cintura hasta detenerse en sus nalgas duritas, redondas y tan chiquitas que cavian en mis manos grandes.
    
    Una oleada de placer subió por mis entrepiernas en el momento, que sus manos curiosas acariciaron mi dureza con una suavidad única.
    
    Inés observaba expectante aquella escena, que la iba cargando de lujuria, se sentía sucia por entregar a su hija a su hombre, pero eso le exitaba de sobremanera al punto de mojarse.
    
    Mi boca fue bajando por su cuello hasta besar sus tímidos pezones rosáceos, apenas dos botones paraditos, se me hacían agua la boca. Inés, no soportó más y le dio un beso a su hija.
    
    Ooohhhh… suspiro la chica, que a esa altura sentía mis dedos dentro suyo.
    
    Su madre la acariciaba la espalda en un gesto de ternura y para fortalecer su confianza. También deseaba a su nena.
    
    La alzé en mis brazos, y los tres nos fuimos al dormitorio.
    
    Ya en la cama matrimonial, Sofía, boca arriba, abrió sus piernas para recibir mi lengua traviesa, entre suspiros y movimientos voluptuosos de su cuerpo.
    
    La boca conocedora de Inés, envolvió con su calidez mi sexo, haciendo de ese momento una deliciosa experiencia.
    
    Madre e hija eran mis amantes, por eso, me acomodé encima de mi dulce hijastra y la penetré con suavidad. Su cuerpo tembló, al tiempo que, Inés acariciaba los pechos de su hija.
    
    La vagina apretada de Sofía me tenía afiebrado de calentura, apenas podía pensar correctamente, solo me guiaba por los sentidos. Al igual que mis hembras, que ya comenzaban a tocarse.
    
    Verlas era una visión que ni las fantasías más ...