1. UNA FAMILIA QUE SE AMA


    Fecha: 26/06/2019, Categorías: Incesto Intercambios Sexo en Grupo Autor: WILLYMAS96, Fuente: SexoSinTabues30

    A Inés y Sofía, las conocí en la parada del autobús. En un principio, verlas era señal que el ómnibus aún no había pasado. Inés es una mujer de alrededor de unos treinta y siete años, delgada, pelo castaño, un corte estilo “bob”. Porta lentes fuera de moda, que le dan un aspecto nerd. Es la típica madre mojigata. Eso, me llamó la atención, porque detrás de esos cristales había picardía.
    
    Su hija Sofía era una versión adolescente de ella, pero sin lentes. Siempre estaba vestida con el uniforme del colegio de un talle más grande.
    
    De vernos seguido, comenzamos a saludarnos. Después, vinieron las conversaciones banales. Un día, ante la risa nerviosa de ambas, invité a Inés a tomar un café. A la semana, ya las visitaba, salíamos juntos, y hasta ayudaba a su hija con matemáticas.
    
    Un fin de semana, Sofía, nos dejó solos. En esa ocasión, conocí a otra mujer. Inés en la cama era muy desinhibida, fogosa, sin ningún tipo de escrúpulos.
    
    Sus pechos son dos naranjas deliciosas, que chupo con desesperación. Ella tiene algo que me hace perder la cabeza, además de su culito estrecho. Tal vez, como gime mi nombre, cuando me cabalga.
    
    Cómo nos llevamos muy bien, decidimos mudarnos juntos a un apartamento por la misma zona. Al principio, solo cogíamos cuando su hija no estaba. Lo hacíamos como si no hubiera un mañana, ya sea en la cocina, el comedor o el dormitorio. Todo lugar servía.
    
    Su boca me lleva al paraíso, sus ojos encendidos de lujuria mientras lame es sublime. Ver a esa mujer arquearse de gozo es un espectáculo. Esa flaca sabe explotar mi morbo.
    
    A los dos nos gustaba el sexo, tanto que, esperábamos a que Sofía se durmiera para echarnos un “rapidito”. Quién pensaría, que esa maestra de colegio de monjas, le gustaba ver porno y leer relatos de incesto. Juntos, conversábamos sobre nuestras fantasías. Las suyas eran más retorcidas que las mías.
    
    Una tarde que estábamos solos, ella me despertó de la siesta. Estaba vestida con el uniforme de Sofía, y allí, comenzó todo el desmadre.
    
    -Papi me puedes ayudar con mi tarea de biología… – me propuso con un dedo cándido en su boca.
    
    Eso bastó para tomarla y hacerle el amor ahí mismo, contra el marco de la puerta. Ella, me decía lo rico que lo hacía entre gemidos.
    
    -¿Así le das a mami? Me habló sensual en el oído.
    
    -Sí, mi Sofi… se me escapó en ese momento de plena locura lasciva.
    
    Ambos quedamos mirándonos, habíamos pasado un límite, ya no había vuelta atrás. Estábamos tan calientes, que seguimos dándole bomba, pero sin mencionar a la chica.
    
    Una noche, tenía en cuatro a Inés, me pareció ver entre la sombras una silueta que nos miraba atenta. Si bien, nos dimos cuenta de su presencia, la dejamos que nos espiara. Eso nos exitaba aún más y montamos escenas bien explicitas. Ella veía la cara de gozo de su madre cuando la tomaba por detrás, y mi cara aturdida de placer en el momento que Inés me succionaba mi pene hasta tragarse mi semen.
    
    No sé cuanto tiempo, estuvimos así, días, meses y ...
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