1. MI PROFE DE NATACION Y SU VERGA DE 25 CM. (1)


    Fecha: 24/06/2019, Categorías: Gays Autor: marcos-wanda, Fuente: SexoSinTabues30

    Hola a todxs
    
    Tal como he comentado en relatos anteriores, que han sido publicados en esta misma página, si bien yo nací gay ultra, hiper, super pasivo; dotado con un culazo absolutamente fuera de serie y fui penetrado por primera vez a mis 8 añitos de edad, fui también muy bueno en la práctica de todo tipo de deportes y muy hábil en la actividad física en general, pero cuando estaba cursando el tercer año de mis estudios secundarios, tuve una seria lesión en una de mis rodillas y todas esas prácticas se vieron interrumpidas intempestivamente.
    
    Si bien la mayor parte de mis, hasta ese momento, quince años de edad, estuvieron totalmente marcados por mi por demás precoz actividad sexual, el deporte y la actividad física, ocupaban también una gran parte de mi tiempo y al ver frustradas esas prácticas, a causa del largo proceso de recuperación, no encontraba la manera de ocupar todo ese espacio, hasta que apareció la solución de manera imprevista.
    
    Por aquellos años, en la ciudad donde vivo (al sudeste de la Argentina), existían solamente dos natatorios cubiertos y uno de ellos, distaba a unos treinta kilómetros de mi casa, pero era el único que tenía disponibilidad de horario, para que yo pudiera asistir, así que después que mis padres llevaron adelante todos los trámites administrativos y abonaron el importe obviamente, concurrí para comenzar con mis tareas de recuperación.
    
    Grande fue mi sorpresa cuando conocí al profesor de natación, ya que se trataba de un hombre, de unos veinticinco años de edad, lindo por donde se lo mirase; era realmente precioso, un “adonis”, así que no hace falta que diga que “me enamoré a primera vista”, de ese cuerpo hermoso y espectacularmente trabajado.
    
    Lo primero de hizo Christian, tal el nombre del profesor, fue darme una rutina de ejercicios, para hacer bajo el agua y comenzar con la recuperación de mi rodilla, así que me dirigí raudamente hacia los vestidores, me quité la ropa que llevaba puesta, me puse mi diminuto y ajustadísimo traje de baño y volví al natatorio para hacer mi ingreso al agua.
    
    Por supuesto que no estaba solo yo en el lugar, ya que había otros chicos, todos más o menos de mi misma edad, practicando natación en sus diversos estilos, siempre bajo la atenta mirada del profesor, quien, al notar mi dificultad para bajar por la escalera (estaba muy resbalosa y yo temía por la lesión en mi rodilla), se acercó hacia mí, me tomó del antebrazo y me ayudó a introducirme al agua.
    
    Yo veía a nadar a los otros chicos y sentía cierta incomodidad al no poder hacer lo que ellos hacían en el agua, pero fue allí donde Christian, el profesor, demostró toda su sapiencia en el manejo de grupos y de las personas en forma individual, ya que sin dejar de dar las indicaciones a “los nadadores”, se acercó -nuevamente hacia mí y con una voz dulce y cautivadora, me dijo:
    
    “¡Tranquilo! Ese tipo de lesiones en la rodilla, suele llevar tiempo de recuperación, pero sos un chico jovencito y en muy poco tiempo, vas ...
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