1. Pedro o como lo cambié de acera.


    Fecha: 20/03/2019, Categorías: Gays Autor: Gabonice, Fuente: TodoRelatos

    Esta historia comienza cuando pongo un anuncio en internet para alquilar una habitación. Me llamaron varios interesados y finalmente conocí a Pedro, era un tío que recientemente se había separado de su mujer y que estaba atravesando esos momentos difíciles. Me pareció una buena persona para compartir piso y lo que surja y decidí alquilarle la habitación a él.
    
    Pedro era uno de esos hombres velludo, de barba cerrada y de un aspecto varonil que da el trabajo físico. De verdad que estaba para comercelo, pero como regla uno no debe comer en donde caga y por eso lo puse en la lista de los no disponibles.
    
    Pero … cada vez que salía del baño, lo hacía con una toalla a la cintura y se le podía notar como su paquete estaba en modo búsqueda, es decir con la polla disparada.
    
    Luego se iba a su habitación, era descuidado, dejaba la puerta abierta y se pasaba largo tiempo desnudo en la habitación.
    
    Mientras yo me disparaba, saber que estaba desnudo en su habitación y con la puerta entre abierta me ponía de mala forma, pero me contenía.
    
    Así pasaron varios días, nos fuimos familiarizando y entre conversación y conversación, conocí que desde que se separó no había vuelto a follar y que como a él no le iban las pajas, pues constantemente se le disparaba el miembro. Nada que estaba lleno de leche hasta rebosar. También me dijo que a él no le iban las putas y que de verdad se pasaba todo el día pensando en como descargar un poco de leche.
    
    Un día no me pude contener más, corrí el riesgo de llevarme un bofetón, pues era conocido la heterosexualidad de Pedro. Cuando salió del baño, con su toalla a la cintura y entró en la habitación. Yo sabía que estaba desnudo, con el aparato disparado, no lo había visto nunca en persona, pero sabía que era un paquete grande.
    
    Entré en su habitación, él quedó sorprendido y sin darle tiempo a reaccionar me puse de rodillas frente a él y comencé a darle una mamada desesperante. Sabía que corría un riesgo de bofetón, pero cuando sentí sus exclamaciones de placer, supe que tenía la partida ganada.
    
    Lo mamé con lujuria, por sus expresiones entendía que sentía placer y de pronto me advirtió que estaba al borde de correrse y no quería echarme la leche dentro de la boca.
    
    Pero yo continué mamando hasta que Pedro descargó en mi boca sus chorros de leche caliente y ahora sus exclamaciones eran de pleno placer.
    
    Finalmente le pedí disculpas por mi atrevimiento y lo dejé de nuevo solo en su habitación, donde se acostó a dormir complacido.
    
    Al día siguiente estábamos los dos cortados, no sabíamos de que hablar, hasta que yo le pregunté que: ¿Cómo lo había pasado?
    
    Su respuesta fue tajante: Estupendo! Pero pasó tan rápido que para valorar la mamada que me distes, necesito que lo repitas varias veces, para poderte decir que tan bien lo he pasado.
    
    Y comenzó la fiesta. Ahora todos los días, al salir del baño le daba una mamada de campeonato, incluso salía del baño desnudo, sin ponerse la famosa toalla a la cintura y yo ni ...
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