1. Tu coño sabe a gloria bendita, hija


    Fecha: 17/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos

    Aurora vivía en un pueblo de Galicia, tenía 21 años, estaba casada, era alta, morena, de ojos negros, tenía las tetas grandes, anchas caderas y un buen culo. Iba al monte con su motocarro a coger leña. Braulio, su padre, viudo, alto, moreno, doble, muy fuerte y en la cincuentena, iba sentado a su lado para coger un par de sacos de piñas para su casa. Iban por un camino ancho de tierra. Le preguntó el padre a la hija:
    
    -¿Cuándo vuelve José de Suiza?
    
    -No lo sé.
    
    -A ver si de esta vez cuando venga...
    
    -Sé por dónde vas, pero si la cigüeña no los quiere traer, no los trae.
    
    Braulio le tiró una más de sus indirectas.
    
    -Oye. ¿Y no has pensado en cambiar de pájaro?
    
    Aurora no pudo evitar que se le escapara una sonrisa antes de decir:
    
    -¡Y vuelve el burro al trigo!
    
    -Muy burro no es cuando vuelve al trigo. ¿Sabes que me gustaría hacer?
    
    -Sí, papá lo sé, y lo sé hace mucho tiempo. ¿Cuántas copas tomaste antes de venir para el monte?
    
    -¿Eso que tiene que ver?
    
    -Mucho, siempre que estás bebido quieres hacerlo conmigo.
    
    Metiendo una mano entre sus piernas, le dijo:
    
    -Deja que conozca el sabor de tu coño.
    
    -Quita la mano de ahí.
    
    Le metió la mano dentro de las bragas. Aurora quiso quitársela, peo no pudo. Paró el motocarro a un lado del camino, y con cara de pocos amigos, le dijo:
    
    -¡O quitas a mano de ahí o te cae una hostia cómo un templo!
    
    Le metió un dedo dentro del coño, y le dijo:
    
    -Anda, deja que mi lengua ocupe el lugar del dedo. Llevo cinco años sin catar un coño. Ya no recuerdo ni cómo huele.
    
    Le cayó una trompada con la mano abierta que le puso la cara del revés. Braulio con el dedo fuera y la mano sobre el coño peludo, le dijo:
    
    -Le acabas de pegar a tu padre.
    
    -¡Mi padre es un degenerado!
    
    La atrajo hacia su lado, y al tenerla sobre las rodillas le levantó la falda, le bajó las bragas y le dio con la palma de su mano derecha en las nalgas.
    
    -¡Plas, plas, plas!
    
    -A un padre no se le pega, coño.
    
    Aurora se revolvió unos segundos, pero paró de hacerlo porque sus pies daban contra la puerta del motocarro y no quiso abollarla.
    
    -Suéltame, cabrón.
    
    -Tu padre no es ningún cabrón.
    
    -¡Desgraciado¡ Cuando me sueltes te voy a marcar la cara con las uñas.
    
    -Tú no vas a marcar nada, gata.
    
    Le volvió a dar.
    
    -¡Depravado!
    
    Le metió dos dedos dentro del coño mojado, los sacó, los olió, los chupó y le dijo:
    
    -Tu coño sabe a gloria bendita, hija.
    
    -¡Suéltame de una puta vez, guarro!
    
    Volvió a meter los dos dedos en el coño y comenzó a masturbarla al mismo tiempo que mojaba un dedo en la boca y con la yema le acariciaba el ojete.
    
    -¡Cómo me gustaría lamer este ojete! Lamerlo y follarlo.
    
    La voz de Aurora dejó el tono amenazador.
    
    -Eres un guarro.
    
    -Y tú vas a ser mi guarrilla.
    
    -Ni muerta.
    
    Braulio sacó los dedos de la vagina y sin dejar de acariciar su ojete se los puso en los labios a su hija.
    
    -Prueba, mira que ricos están.
    
    -No voy a probar.
    
    Le metió los dedos en la boca ...
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