1. Lujuria en la oficina


    Fecha: 14/06/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: El Escriba, Fuente: TodoRelatos

    Son las 19:30 horas de la tarde. Todos se han ido ya de la oficina. Apenas queda nadie por allí. Realmente sólo quedamos Nuria y yo.
    
    Nuria…, siempre Nuria, con su cuerpo, más propio de una chica de 30 años que de una mujer madura de 50. Pelo castaño hasta los hombros, ojos oscuros, con su 1,60 de altura siempre elevado en unos tacones que, sin ser exagerados, siempre estilizan sus ya de por sí estilizadas piernas. Sus pechos, aunque un poco caídos, como corresponde con su edad, aún mantienen la magia cautivadora que debieron tener de joven.
    
    Nuria siempre sonríe. Aun cuando la miro de forma descarada, aun cuando, como esta tarde, fijo mis ojos en ella mucho más de lo normal y de lo decoroso. Me la como con la mirada, la devoro en mi mente. Y ella…, ella se deja mirar.
    
    Es divorciada, yo soy casado. Nunca hemos tenido nada, aunque nunca he perdido la esperanza de tenerlo, o más bien, de tenerla: de tenerla entre mis manos, de poder acariciar su cuerpo, de poder sentir temblar sus pechos con las embestidas de mi verga en su seguro jugoso coño.
    
    Hoy está especialmente guapa, o yo estoy especialmente caliente. No sé realmente porqué, pero hoy me atrae más que de costumbre, y ella lo nota. No dice nada, pero lo nota.
    
    Sólo nos falta imprimir un par de estados de situación de las cuentas de dos clientes, y habremos terminado la jornada. Para cualquier persona normal, eso sería una noticia positiva. Para mi supone dejar de estar junto a esta diosa del deseo y la lujuria.
    
    Nuria cruza por delante mi, se dirige a la impresora para recoger los últimos documentos que ha enviado a impresión. Pero el impresionado soy yo, embelesado como vuelvo a quedarme contemplando su magnífico culo: redondo, ligeramente abultado, protegido por sus caderas que yo las veo como las más sugerentes del mundo, dónde querría agarrarme hasta perder el sentido y la noción de todo. La miro sin poder evitarlo, a la vez que mi verga, sin poder evitarlo tampoco, se endurece y encabrita bajo mi pantalón.
    
    Hoy viste con leggins negros, ajustadísimos. Son una segunda piel. Soy incapaz de detectar la más mínima señal de su ropa interior. Supongo que será un minúsculo tanga, también negro, para evitar que nadie encuentre lo que yo estaba buscando: su rastro, su marca.
    
    Ahora soy yo quien da la orden de impresión de otros documentos. Llega la hora de terminar, muy a mi pesar. Otra vez que acabaré masturbándome en casa, bajo el agua tibia de la ducha, imaginando la boca suave y dulce de Nuria, imaginando sus manos cálidas y tiernas, imaginando tus pezones en mi boca, … mi polla en su coño.
    
    Llego a la impresora antes de que ella se haya alejado de ella. Por un momento he tenido el pensamiento de que me estaba esperando. Pero no puede ser, ¿para qué lo iba a hacer?
    
    Espero a que la máquina acabe de escupir las 17 páginas del documento que he mandado imprimir, Nuria no dice nada y se agacha a mi lado. Me giro cuando noto como su cuerpo se dobla, lo ha hecho de forma ...
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