1. Alfredo y sus amigos estudiando en casa


    Fecha: 13/06/2019, Categorías: Gays Autor: Alejandro1987, Fuente: CuentoRelatos

    ... más cómodos?
    
    –Si vamos, que hoy me siento muy sola y así me acompañas. Tu padre solo piensa en trabajar y trabajar.
    
    –Pero tú vives como una reina, no te puedes quejar. –Ella se ha acostado en la cama con la bata media abierta y él está sentado a su lado.
    
    –Es que no todo son las comodidades, en la vida se necesitan otras cosas.
    
    –Si, me imagino. Como por ejemplo un macho como Eduardo que te sodomice, metiéndote la pinga por el culo.
    
    –¿Estás loco? –Se incorpora y lo increpa–. ¿De qué tú estás hablando Alfredo?
    
    –¡No te atrevas a negarlo! Anoche los vi como gozabas en el lavadero mientras Eduardo te cogía el culo y tú gemías de placer.
    
    –¿Cómo te atreves a hablarme así? ¡Yo soy tu madre y me tienes que respetar!
    
    –Tu lo que eres una zorra, tan puta, singándote a mi amigo. Ya tú verás como se lo voy a contar todo a mi papá. ¿Cómo prefieres que se lo cuente? ¿Delante de Eduardo o solos nosotros tres? –Ella se ha echado a llorar desconsoladamente, rogándole a su hijo que la perdone, que no la vaya a delatar, que por lo que él más quiera no diga nada.
    
    –Eso lo tengo que pensar muy bien antes de tomar una decisión. Tengo que analizarlo.
    
    –Mira Alfred, yo me casé muy joven con tu papá. Él me lleva unos añitos, entonces esa diferencia de edad, no era importante, pero al pasar los años comienza a notarse y ya no es lo mismo.
    
    –Pero eso debiste haberlo pensado en aquél momento. Pero claro, la idea de casarse con un empresario próspero, de unos cuarenta años y que te diera todos los lujos que nunca tuviste te sedujo ¿verdad?
    
    –Pero era lógico que me pasara, yo tenía solo 17 años.
    
    –¿Y tu mamá no te advirtió de que no debías casarte con un hombre que te llevaba 24 años?
    
    –Si, es verdad que me lo advirtió, pero yo no le hice caso. Ahora me arrepiento, pero qué puedo hacer.
    
    –Lo único que podías hacer era comportarte como una mujer decente. Y no solo es suficiente serlo, si no también parecerlo.
    
    –Yo te juro que más nunca en mi vida yo volveré a mirar a otro hombre. Y haré lo que tú quieras que yo haga, por muy humillante que sea.
    
    –Bueno, déjame pensarlo bien y analizar tu propuesta. A lo mejor me conviene.
    
    –¿Tu crees que mañana tengas una respuesta?
    
    –No sé. Ya veremos. –Se dio la vuelta y se marchó. Mientras ella muy nerviosa, se quedó llorando y gimoteando por la mala suerte que tuvo, de que su hijo la sorprendiera teniendo sexo con un amigo suyo. 
«123»