1. Crónica de una primera vez


    Fecha: 24/09/2021, Categorías: Primera Vez Autor: antonimo, Fuente: CuentoRelatos

    Volvíamos de comprar algo que tenía poca utilidad, era una forma de saltarnos la lectura de un libro entero. En realidad era otra excusa para estar juntos como casi todos los días. El día era el típico de una ciudad a una altitud considerable: sol fuerte, que se siente inmediatamente cuando te toca pero frío cuando no lo hace. Dos polos que te mantienen en constante movimiento.
    
    Caminábamos por la avenida principal, callados, siguiendo el andar de nuestros propios pasos. Pensaba dejarla en la puerta de su casa y volver a la mía. Ella me invitó a pasar: “Ven a verla conmigo”, dijo, “así ya nos liberamos de esto” –‘además, si me da miedo me puede abrazar’, pensó-.
    
    Entramos, no podía negarme a esa invitación. Ahora pienso que leí su mente desde que el contraste de temperaturas me despistaba de camino a su casa.
    
    Subimos a la habitación de sus padres. “Este televisor es más grande y se verá mejor”, dijo, “Acuéstate que no vendrán hasta más tarde”. Mi mente giraba en torno a sí, no tenía nada claro. ‘Si acabábamos de alejarnos hace unos días, ya no nos juntábamos para besarnos con la excusa de tareas’, pensé.
    
    Lo que me hacía sentir ella iba más allá de cualquier experiencia erótica previa, de cualquier excitación sin sentido que antes se había despertado en mi cuerpo. Sus pechos eran mi paraíso, ese calor que me transmitía, la forma perfecta de los mismos, las sensaciones que percibía de ella mientras la acariciaba. Nuestra relación, sin ser nada, estaba realizada en base a excusas. Hacer tarea juntos, esas tareas que nunca se llegaban a realizar. La excusa de la amistad profunda que en realidad era deseo que encontraba su fin en los besos robados, en las cosquillas excitantes, en los roces de manos que unían nuestras almas.
    
    Pusimos la película. No se ella, pero yo no tenía la mente en nada más que en ella. Moría por volver a besarla, estábamos solos y me encantaba besarla sin miedo a ser descubiertos. Me tenía en vela por muchos días, no recuerdo por qué nos habíamos molestado esa vez.
    
    Cuerpos desnudos en la pantalla, un loco que seguía con pasión sus sensaciones, la consecución de un acto inmoral a toda costa. Y ella ahí, a centímetros de mi. Una vez más nuestro rito más sagrado volvía a empezar. Sus manos se acercaban a las mías, sus dedo rozaban los míos, su palma ligeramente sudada -de nervios tal vez- se encontraba con la mía. Caricias al comienzo, apretones apasionados después. Levanté mi cabeza que reposaba sobre sus piernas, mi mano dejó de acariciar disimuladamente sus piernas.
    
    Me alcé hacia ella. Nuestras respiraciones empezaron agitarse más y más. Un beso en la mejilla y el punto alto del rito empezaba a arribar. Esas mejillas tan tibias, esos cortos y transparentes vellos entre su nariz y sus labios. La sensación de besarlos como quien tienta una pizca del sabor de lo más deseado. Y, antes de la explosión final, un fuerte abrazo que confirmaba que esa sensación externa tenía como causa el cariño de dos jóvenes que ...
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