1. Sergio y sus amigos heteros


    Fecha: 08/06/2019, Categorías: Gays Autor: cjdkrkro55, Fuente: TodoRelatos

    Sergio abrió la puerta a sus amigos.
    
    Cuatro hombres, todos atractivos, de brazos musculosos, paquetes y culazos jugosos marcados por debajo de los vaqueros, estaban de pie frente a la puerta.
    
    -Servicio de striptease -, bromeó Raoul, una sonrisa deliciosa plantada en su cara.
    
    -Pasad, maricones - devolvió Sergio la broma.
    
    Max, el más serio y homófobo de los cinco, intervino rápidamente.
    
    -A mí con mariconadas, las justas.
    
    Todos entendieron entonces que eran ya demasiadas bromitas. Como en todo grupo social, el líder marca el límite que separa la broma de la anormalidad, aquella parte de los sueños más desfrenados y antimorales que todos tenemos, pero que descarrilarían el funcionamiento de la sociedad en caso de ser llevados a cabo. A Sergio le encantaba llamar a sus amigos maricones, porque de broma en broma la verdad se asoma, y pensaba en ellos como verdaderamente pensaba sobre ellos cada noche: en que eran unos mariconazos hambrientos de su ano. Pero Max, con su frase, acababa de robar todas las sonrisas de los jóvenes, incluida la de Sergio, que repentinamente se encontró pensando en mujeres guapas, como si no pensase con mayor frecuencia en el sexo igual.
    
    -Aquí ninguno de nosotros es maricón, y lo sabes de sobra. ¿O es que nos deseas en secreto pero tienes miedo de confesarlo? -bromeó Billy.
    
    Aún así, y aunque se lo negaría más tarde, le gustó que Raoul le diese una palmada en el culo nada más entrar.
    
    Raoul, Damian, Billy, Max y Sergio pasaron una tarde entregados a tareas propias de machos. Miraron un partido de fútbol. Tomaron cerveza. Hicieron pulsos. Jugaron a la consola (Sergio pensó en el consolador que tenía guardado en su dormitorio, y en qué opinaría Max si lo veía), y horas más tarde, empezaban a juguetear los amigos entre sí, acariciándose las manos e incluso frotándose las pollas de cuando en cuando. Todo de broma, obviamente.
    
    Max estaba bastante borracho. Esto parecía animarlos a todos. Cuando Max bebía, no era tan duro con los chicos, y se enteraba de la mitad de lo que ocurría. Por eso no objetó ni abofeteó a Damian cuando, de repente, sentado en el sofá junto a Sergio, le dijo:
    
    -Oye, bro.
    
    -Dime, mi rey. -dijo Sergio.
    
    -Hace calor. ¿Qué tal si me bajas la cremallera del pantalón para que me airee los huevos?
    
    Sergio lo hizo. Después de comprobar en el rostro sonrosado pero fijo, borracho y serio, de su amigo que hablaba en serio, se acercó hasta la entrepierna de Damian, frotó lentamente hasta dar con la cremallera, y tiró hacia abajo.
    
    Encorvada, la verga de veinte centímetros cayó parcialmente dura. Reposaba sobre unos enormes huevos, por seguro bien cargados de lefa.
    
    Al otro lado de la habitación, en el sofá en que Raoul y Billy se tocaban las manos, se oyeron vítores. Max el homófobo, completamente borracho, dormía.
    
    Raoul y Billy, envalentonados por la intrepidez de Damian, llamaron a gritos a Sergio para que se acercase a ellos.
    
    -A mí también.
    
    -Trata a todos tus amigos ...
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