1. Mi jefe fue mi amo II


    Fecha: 02/06/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: tony e irene, Fuente: RelatosEróticos

    Resumiendo: A los 24 años comencé a trabajar de secretaria en un bufete de abogados. Yo llevaba dos años de relación con mi chico, Tony, pero me sentí cautivada por mi jefe, un conocido abogado al que llamaremos Julio para preservar su anonimato. Un día, ante mi sorpresa, me puso de rodillas y folló mi boca hasta derramarse en ella.
    
    Al día siguiente de aquel suceso no sabía muy bien cómo sentirme. Julio me atraía de una manera especial, casi obsesiva, pero al mismo tiempo me sentía mal por todo lo sucedido. Por supuesto, no le dije nada a mi novio, que siempre ha sido muy despistado y ni siquiera sospechaba nada. Me dirigí hacia el bufete sin saber muy bien si deseaba que volviera a pasar o si le diría a mi jefe que renunciaba al trabajo. Cuando llegué vi que nada parecía haber cambiado. Julio me habló como un jefe habla a su secretaria. Sin embargo, alrededor del mediodía, me hizo llamar a su despacho. Llegué y lo encontré sentado en su silla, frente al escritorio. Me ordenó que cerrase la puerta con pestillo. Lo hice y entonces él se sacó la polla por la bragueta abierta de sus pantalones.
    
    -Chúpamela -me ordenó.
    
    Me dirigí hacia él y me puse de rodillas, entre sus piernas. Acerqué mi boca a su polla y la atrapé con mis labios, usando mi lengua para darle placer en su glande. Pronto se humedeció y el sabor salado de su líquido preseminal inundó mi boca. Mi cabeza comenzó a bajar y subir, bajar y subir, sin usar mis manos. Él puso su mano en mi cabeza, pero sólo para apoyarla. Mis labios recorrían libremente su polla arriba y abajo, arriba y abajo, hasta que se corrió. Se la seguí chupando un ratito más, mientras su corrida se derramaba por mis labios y mi barbilla. Cuando acabé, él volvió a sus tareas, como si yo no estuviera allí.
    
    Así pasaron tres semanas. Siempre alrededor del mediodía me llamaba a su despacho y me ordenaba que le hiciera una mamada. Yo se la hacía hasta que se corría en mi boca, y luego volvía a sus tareas y yo a las mías. Nuestra relación era la normal entre un jefe y su secretaria a excepción de esos minutos en los que yo le daba placer con mi boca. Así un día, y otro, y otro... Nunca me pedía nada más, y aquello era algo que me desconcertaba. Lo cierto es que en el fondo ansiaba que me follara. Cada día, cuando me hacía llamar a su despacho, yo esperaba que me tomara allí mismo, en el suelo, sobre el escritorio, me daba igual. Pero sólo me pedía que le chupara la polla. Todos los días, de lunes a viernes, y siempre más o menos a la misma hora, yo acababa de rodillas, con su polla en mi boca, haciéndole una buena mamada. Luego me ignoraba, y aquello me hacía sentir que no servía para nada más que para chupársela. Extrañamente, era una sensación humillante y morbosa a la vez.
    
    Tres semanas después algo cambió. Me hizo llamar a su despacho en torno al mediodía, como siempre, y yo me dirigí a él con la idea de hacerle una mamada, como siempre. En efecto, Julio me ordenó que se la chupara, pero entonces mi móvil ...
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