1. SOY PUTA (V): La primera prueba


    Fecha: 27/05/2019, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    ... bombear y yo cerré los ojos tratando de disfrutar. Pero no había manera con ese aliento golpeándome la cara continuamente. Le pedí cambiar de postura pero me dijo que aún no, que iba a haber tiempo para mucho, pero en seguida se corrió en mi concha. Noté por dentro que la corrida había sido abundante, y de hecho cuando la sacó salieron unas gotas. Me dieron ganas de reírme porque me llenó de semen medio minuto después de decirme que había para rato, pero se me pasaron en seguida cuando entonces me dijo que me pusiera en cuatro. Pensé que así al menos no me daría todo su aliento en la cara, así que me iría mejor y quizá llegaría a disfrutar algo. Tampoco me gustó sentir su aliento en mi nuca mientras me follaba a lo perrito y me tiraba del pelo hacia arriba, pero conseguí disfrutar un poco más. Cuando yo ya estaba con los temblores previos al orgasmo, la sacó y me dio la vuelta dejándome tumbada de nuevo bocarriba. En ese momento adiviné lo que iba a pasar, y se puso de rodillas sobre mi, con la polla sobre mi cara para correrse encima. Cuando lo hizo pensé que cómo había tenido que ser la anterior en mi coño, porque esta segunda también fue muy abundante. La mayoría me lo echó dentro de la boca, y al cerrarla para tragar se esparcía lo que seguía cayendo por la barbilla y las mejillas. Me tragué lo último que entró en mi boca y me metió la polla para que le quitase los restos. Ya con la faena terminada bajé a asearme como pude en aquel baño lleno de mierda, y una vez vestida y dispuesta a salir de la casa le dije que no contara a nadie lo que había pasado. Ingenua de mí por pensar que mantendría su boca cerrada sin esperar nada a cambio. Me dijo que ya me llamaría de nuevo un día para pasarlo bien. Me largué de allí y en cuanto llegué a mi casa contesté las cuatro preguntas de rigor que me hicieron mis padres y fui escopetada hacia la ducha, donde me masturbé en silencio hasta cobrarme el orgasmo que Venancio no me había dado un rato antes. Nunca me había sentido tan sucia como ese día, y el caso es que con un tío tan cerdo había estado a punto de correrme. Añadí una nueva rareza a mi lista de desviaciones sexuales: el sexo sucio.
    
    Ya eran seis hombres los que me compartían, contando a los chicos del escondrijo, a Pedro y al cerdo de Venancio, que de vez en cuando me llamaba para meterme aquella sucia polla que descargaba leche a cantidades que no eran normales cada vez que se corría. 
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