1. Viaje a la humillación


    Fecha: 06/03/2021, Categorías: Fetichismo Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    ... amiga beba tu meada.
    
    Juan miró al hombre con odio pero calló.
    
    Susana observó al gordo. Sudaba y bajo sus pantalones se adivinaba una erección.
    
    - ¿Te parezco un guarro asqueroso eh? - dijo acercándose a la chica.
    
    - Abre la boca y saca la lengua... ¡vamos o lo lamentaras!
    
    Susana obedeció y el tipo la beso metiéndole la lengua. Susana, forzada a ello, trató de resistir. Le faltaba el aire.
    
    - Esto te parece asqueroso eh... pues espera a probar mi culo.
    
    La chica fue obligada a tumbarse boca arriba en el catre mientras observaba como aquel guarro se bajaba los pantalones enseñando un culo pálido, sudoroso, con granos y con mucho vello.
    
    Luego, ese trasero, quedo sobre su rostro, a escasos centímetros y Susana fue forzada a lamerlo.
    
    - Abre la boca.
    
    La mujer obedeció y el cerdo se sentó sobre su boca y dejó escapar una potente y ruidosa ventosidad. Susana tosió mientras aquel olor asqueroso se colaba por su garganta e inundaba su sentido del olfato.
    
    El tipo se levantó y acercándose a ella la dio tres tortazos y luego le lamió la cara.
    
    - ¿Algo que decir?
    
    Susana, a punto de llorar, negó con la cabeza.
    
    - Bien, pues aquí está mi pene. Ya sabes lo que hacer.
    
    Terminada la felación habló el tipo de la máscara.
    
    - Está bien, en una hora os traeremos de comer y beber y luego a la cama, pero no esperéis dormir mucho. Aún quedan muchas cosillas... a ver, azotes para la dama, penetración por todos los agujeros para la pareja, pellizcos en las tetas, enemas, electricidad y más azotes... y... y más de todo imagino.
    
    Las vejaciones se prolongaron durante tres días más. Susana y Juan lloraron, gritaron y confesaron mil veces que no tenían nada que confesar. Al principio lo que más preocupaba a Susana era la humillación. El estar desnuda, el tener que mear y cagar en ese cubo, el tirarse pedos, el poner su vagina y su ano a disposición de esos tíos. También los azotes, el escozor y luego la electricidad, esas dolorosas corrientes que literalmente hacían que perdiese el control de su cuerpo y sus esfínteres y que incluso, tuviese orgasmos... eso la asqueaba, no concebía como su cuerpo podía sentir placer en medio de todo eso. Pero lo más extraño es que durante todo ese tiempo casi se había alegrado, alegrado de saber que esos tipos realmente no querían una confesión a cualquier precio... de hecho podían haberles torturado, solo pensar en usar fuego, en romper huesos, en arrancar uñas, en clavar agujas, en una ejecución... y por eso, a pesar de todo, se había despedido de ellos con un "gracias"... gracias por habernos perdonado la vida. 
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