1. Yo, Marianela. Capítulo 13: Esposa y madre


    Fecha: 05/05/2019, Categorías: Transexuales Autor: pobreeunuco, Fuente: TodoRelatos

    13. Esposa y madre
    
    La señora Irene conoce mucha gente. Es una mujer muy relacionada. Sucedió que en una reunión, un amigo suyo, de apellido Hassan, se quejó amargamente de sus dos matrimonios fallidos.
    
    —Ya no hay verdaderas mujeres, esposas bien educadas, que valoren al marido que tienen —declaró acervamente—. Ahora las mujeres son ariscas y respondonas, ya no obedecen al marido, trabajan afuera, tienen su propia cuenta bancaria, manejan autos, opinan de política, son ingenieras o abogadas, en lugar de prepararse para ser buenas esposas, apenas saben cocinar o coser un botón…
    
    Saúl Hassan era un hombre de mediana edad, descendiente de árabes sauditas. No era precisamente un dechado de progresismo. Para él, la mujer debía ser educada para ser una buena esposa. Y una buena esposa debía ser sumisa y obediente.
    
    Fue entonces que, casi al pasar, y como algo más bien divertido, la señora Irene le dijo que ella conocía a la mujer que él estaba necesitando. Y le habló de mí. No le ocultó nada respecto a mi caso, pero resaltó lo dulce y suave, obediente y femenina que yo era. Después la reunión se fue por otros temas.
    
    Y entonces, una semana después, sorpresivamente, Hassan llamó a la señora Irene a su domicilio. Lo había estado pensando, y había llegado a la conclusión que nada perdería conociendo a esa tal Marianela.
    
    La señora Irene nos habló muy bien de Saúl Hassan. Era un buen hombre. Tal vez “chapado” a la antigua, sobre todo en lo que respecta a las mujeres, pero no era mala persona. Era ingeniero industrial, y tenía una posición económica bastante holgada.
    
    Tía Gertrudis me ayudó a prepararme para causar una buena impresión. Me recordó todas las cosas que había aprendido con ella y con la señora Irene desde que era una “niña”.
    
    La primera impresión fue bastante decepcionante. Hassan no era un príncipe azul, en realidad. Era bastante robusto, en el límite con lo obeso, no muy lindo, y debía tener entre cuarenta y cincuenta años.
    
    Sin embargo, resultó ser un hombre de lo más interesante. Agradable, culto, buen conversador, de inmediato agradó a tía Gertrudis.
    
    Mostró particular interés cuando supo que yo jamás había tenido una experiencia sexual, de ningún tipo. Dado mi carcter tímido y apocado, nunca tuve novia ni llegué a estar con una mujer. Y por supuesto, jamás había estado con un hombre. Era virgen por donde se me viera.
    
    La perspectiva de ir a vivir con un hombre como su esposa me produjo cierta zozobra. No estaba segura de desearlo ni de estar preparada.
    
    —Ten en cuenta, Marianela —me decía tía Gertrudis—, que yo no estaré para siempre. Y tú no eres capaz de valerte por ti misma, no nos engañemos. Necesitas a alguien que se haga cargo de ti.
    
    En los meses siguientes las visitas de Hassan se volvieron bastante habituales. Sirvieron, sobre todo, para que Hassan venciera algunos prejuicios y quedara encantado conmigo, con lo suave y femenina que yo era.
    
    Finalmente quedó todo arreglado.
    
    No hubo casamiento legal. ...
«123»