1. Una chica nueva en el piso - parte 1


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Underwood, Fuente: TodoRelatos

    ... los estudios, de la familia, de Italia, de España… Hasta que hice una pregunta que jamás debería haber hecho.
    
    —¿Y tienes novio, novia o algo por el estilo?
    
    Volvió a sonreír clavándome la mirada.
    
    —¡Ni hablar! —soltó de repente—. Solo tengo veinte años, quiero vivir la vida. Necesito probar muchas cosas antes de quedarme fija al lado de alguien.
    
    —¿Y qué son esas cosas que quieres probar?
    
    Se mordió el labio inferior y me miró fijamente el paquete. No me había dado cuenta de que a través del pantalón deportivo se notaba que se estaba poniendo morcillona.
    
    —Si te lo dijera tendría que matarte.
    
    Se me iba a poner dura de verdad. Decidí huir a tiempo. Me reí nerviosamente y salí del cuarto de Francesca. Fui a la cocina, donde esta vez el vaso de agua bien fría me lo bebí yo. Tuve que respirar lentamente, apoyando las manos sobre la encimera, para dejar de pensar en el cuerpo atlético de la chica italiana. Al poco, escuché sus pasos acercándose.
    
    «No te empalmes, no te empalmes, no te empalmes», me repetí.
    
    Ella me abordó por detrás. Acarició mi pene sobre el pantalón, buscando la erección que tardó tres segundos en llegar. Me besó lentamente el cuello, empezando casi por el hombro y terminando con sus dientes en el lóbulo de la oreja.
    
    —Ser «la otra» es una de mis mayores fantasías —susurró, con ese acento italiano que me ponía tan cachondo.
    
    No era capaz de pensar nada en ese momento. Me giré, la miré a los ojos y me besó lentamente. Primero solo labios, luego añadió una lengua por la que, si soy sincero, volvería a ser infiel mil veces. No soy capaz de recordar si el beso duró treinta segundos o diez minutos. Perdí la noción de todo. Cuando nos separamos, Francesca no me dio opción a decir palabra. Se puso de rodillas, me bajó los pantalones y empezó a chuparme la polla. Lo hacía muy suavemente, recorriendo con su lengua cada centímetro de mi miembro. Acariciaba mis testículos con cuidado, y de vez en cuando me masturbaba con fuerza. Cada vez que volvía a introducirse mi pene en la boca aumentaba la velocidad.
    
    Cuando estaba a punto de correrme, sujeté su cabeza para que no la sacara de su boca. Ella lo aceptó de buen grado. Empezó a chuparme con furia la punta, forzándome a eyacular con fuerza. Siguió mamándola hasta hacerme soltar la última gota. Cuando terminó, me acarició los testículos unos segundos más.
    
    En ese intervalo se abrió la puerta de casa. Era Sandra. Francesca me subió rápidamente los pantalones y se quedó frente a mí, mirándome a los ojos.
    
    —¡Hola, cariño! —gritó Sandra desde la entrada.
    
    —¡Hola! ¡Adivina quién ha llegado a casa!
    
    Francesca abrió la boca sin apartar la mirada. Estaba llena de semen. Cuando los pasos de Sandra estuvieron suficientemente cerca, sin llegar a entrar en la cocina, la chica nueva cerró la boca, tragó y la volvió a abrir. Ya no había nada. Se giró para recibir a mi novia.
    
    —Yo soy Francesca, encantada —espetó sonriendo, como si nada.
    
    —Encantada Francesca, yo soy ...