1. Un niño criando otro niño: Cómo conocí a Pablo (parte I, la conquista)


    Fecha: 05/08/2020, Categorías: Dominación / BDSM Fetichismo Gays Autor: Hunter, Fuente: SexoSinTabues30

    En un pueblito muy rural, donde el aburrimiento se puede cortar con un cuchillo, estaba yo haciendo del supermercado con una carretilla llena de víveres. Estaba terminando de remodelar una casa de campo, un lugar para retirarme de vez en cuando de los ajetreos de la ciudad. Tengo 50 años y soy divorciado, un típico señor de mi edad, sin un físico llamativo. Lo que tengo es experiencia, labia y una posición económica más que cómoda, eso sí.
    
    En los pasillos me fijo en un jovencito hermoso, guapísimo. Delgado, si acaso medía lo que yo, 1.75, cabello largo, a mitad del cuello, negrísimo azabache, despeinado, cejas gruesas, labios finos, blanco con un tono de piel tostado por el sol. Vestía un jeans gastado, una camiseta viejita y en todo se le notaba un aspecto no solo muy muy humilde sino descuidado. Llevaba unos brazaletes de plástico barato que lo hacían ver aún peor. En vez de zapatillas tenía unas chanclas bastante gastadas. Se le veían las uñas descuidadas. Con todo y esto se le veía un cuerpo definido, unas nalguitas bien marcadas y sobre todo, sus ojos café claro tenian una chispa intensa.
    
    Cuando fui a pagar, él estaba en la fila delante mío. Llevaba un paquetito de pañales y algunas cosillas. Yo seguía viendo sus movimientos de manera discreta, lujuriando su cuerpo adolescente. Cuando iba a pagar, se dió cuenta que no le alcanzaba el dinero y comenzó a retirar algunas cosas de la banda. Inmediatamente saqué la oportunidad y le dije: – No hay problema amigo, yo me encargo, – No señor, no se preocupe, no es nada. Insistí con una sonrisa y saqué un billete de 100 dólares para cancelar su cuenta. Los ojos se le abrieron entre agradecimiento y sorpresa. Su dentadura era perfecta, dientes blanquísimos y perfecto. Creo que nunca había visto un billete así. Casi me abraza de la emoción y salió rápido. Yo me mordía los labios de la arrechera cuando veía ese culito y esa carita tan cerca.
    
    Cuando salgo veo al chico sentado en una banca, con una chiquilla escuálida cargando un bebé de meses. Los saludé y ví como observaban la tanda de bolsas que llevaban hacia mi auto. Sonreí y me comencé a alejar cuando veo a la muchacha ponerse de pie y cruzar con el bebé hacia el hospital público al frente. Inmediatamente di la vuelta y volví a entrar apresuradamente como si hubiese olvidado algo. Apenas salí me le acerqué y lo saludé con confianza. El chico era tímido, un campesino que no estaba acostumbrado para nada a que un señor le saludara o lo tratara amablemente.
    
    – Hola, yo soy Nelson, mucho gusto. Veo que estás llevando a tu hermanito al médico- No es mi hermanito señor, es mi bebé que está enfermita. -Ohh, tu bebé? ¿Wao, y esa es tu mujer? – Si señor, vinimos ésta mañana, pero se han demorado en atenderla. – Y de dónde vinieron? – Bueno, de tal lugar ( un caserío como a 30 minutos en bus).
    
    -¿Vaya, como te llamas tú? – Iván señor. Bueno Isidro, me alegra que ya estén atendiendo a tu hijita. Mira, te voy a dejar mi teléfono por si acaso ...
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