1. 100 pesos bien invertidos


    Fecha: 11/07/2020, Categorías: Primera Vez Autor: JuanPablo82, Fuente: CuentoRelatos

    ... solo sus dientes y sus ojos. Murmuró "¿Yo te tengo así?" Y comenzó a lamer con la misma habilidad con la que me quitó la ropa.
    
    Sentía su saliva tibia escurriendo por mis testículos. Su lengua se movía dentro de su boca. Sus uñas postizas se me clavaban ligeramente en las nalgas. De nuevo estuve a punto de venirme y ella lo notó en mis gemidos. Se paró en seco y apretó mi pene.
    
    "Ahora lo quiero en mi culo", dijo. Sacó de su bolso un condón y lo puso rápidamente. Luego sacó un lubricante y me lo aplicó. Se bajó apenas un poco su pantalón, dejando al descubierto sus nalgas y su culo. Apartó el obstáculo de una tanga color neón (juraría que brillaba en la oscuridad...). Con una sensualidad salvaje se llevó los dedos primero a la boca y luego a su ano, humedeciéndolo. Con un movimiento de caderas se fue ensartando mi miembro. La sentía apretada y sus gemidos eran muy escandalosos. La apreté contra el muro, para hundirlo hasta los testículos... La pared no me permitía tocarla más. Y así estuvimos un par de minutos.
    
    Vente adentro, me dijo, y se inclinó un poco más. Eso me permitió bajar su pantalón por enfrente. Dejé de moverme con el descubrimiento.
    
    Tengo mala vista, ¿sabes? También me cuesta un poco de trabajo reconocer a las personas cuando las veo en la calle, incluso a la luz del día. Pero el elemento que se materializó en mi mano, explicó todo, por ejemplo la gravedad de su voz, sus senos más bien pequeños y duros. Especialmente que prefiriera el sexo anal.
    
    En mis manos tenía un pene de tamaño mediano, su carne dura como piedra pero forrado suavemente de piel. Y una punta bañada en líquido preseminal.
    
    "No pares ahora", me dijo. Pero yo aún estaba un poco desconcertado. Entonces ella tomó la iniciativa del ritmo: al mismo tiempo que empujaba sus caderas, ensartándose sola, usaba mi mano para masturbarse. Me vine ruidosamente dentro de ella, aunque con el condón. Y sentí como ella me llenaba la mano de su semen caliente.
    
    Con delicadeza sacó un pañuelo desechable y me limpió la mano. Y comenzó a besarme de nuevo, con ternura. Me mordió la oreja y me dijo "Voy a salir yo primero y tú sal en un ratito".
    
    La vi marcharse, moviendo las caderas, satisfecha.
    
    Solo fue hasta una media hora después, cuando llegué a casa, que me di cuenta que se había llevado mi billetera y los cien pesos que solía llevar.
    
    Fueron los 100 pesos mejores invertidos de mi vida. Y no sería la última vez que nos veríamos. 
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