1. 100 pesos bien invertidos


    Fecha: 11/07/2020, Categorías: Primera Vez Autor: JuanPablo82, Fuente: CuentoRelatos

    Este es mi primer relato. He pensado en la idea de compartir mis experiencias, que no son tantas, pero tienen su interés, creo. Espero disfruten una de mis primeras experiencias.
    
    Tenía 27 años. Por aquel entonces trabajaba en un supermercado. Cuando salía por las noches, prefería caminar a esperar el transporte de la empresa. Pasaba por la zona de tolerancia de la ciudad. Dos calles donde encontrabas a prostitutas y podías rentar un cuarto ahí mismo. En ese entonces me negaba en redondo en pagar por sexo, aunque disfrutaba mucho de verlas e incluso simular que aceptaría. Pero tenía la precaución, por la hora y la situación de inseguridad, de no traer más que un billete de 100 pesos para alguna emergencia. Así que no podía caer en la tentación aunque quisiera.
    
    Una noche de tantas pasé junto a algunas chicas y, entre ellas, una fue particularmente insistente en que me acercara. Aunque halagado, fui directo en aclararle que no traía dinero para sus servicios. Era una morena guapísima, de baja estatura, quizás rondaba los 30 años. Tenía poco maquillaje y caí en cuenta de que no estaba "trabajando". Es decir, vestía muy normal, unos jeans y una camiseta ajustada. Se veían unas caderas generosas y un pecho firme aunque pequeño. Me insistía que ya me había visto y que "fuéramos al cuarto". Le insistí que no tenía dinero y me dijo "no te voy a cobrar, paga el cuarto solamente. ¿O no te gusto?". Acto seguido, se subió la blusa y me mostró, sin brasiere, unos senos duros y bien formados.
    
    Lamenté mi precaución de no traer dinero ni siquiera para el cuarto. Se lo expliqué y le dije que mañana pasaría por ahí. Se me acercó y puso la mano en mi paquete. "Esto no va a esperar hasta mañana, yo lo quiero ya". Me encogí de hombros, sabiendo que no había nada que hacer. Entonces pareció tener una idea y me dijo que la siguiera, pero a unos metros.
    
    Me dio la espalda y entonces le vi sus nalgas. Y después de la sobada a mi miembro y ese espectáculo, ya tenía una erección considerable. Ella se alejó una cuadra y dio vuelta en un muro. Alcancé a ver cómo se metía por un agujero.
    
    Entramos a un terreno en obra negra y, en vista de la maleza y la basura, abandonado hacía tiempo. Mi vista tardó en acostumbrarse. Había un rincón un tanto limpio y hacia ahí me llamó. Me besó de lengua mientras se subía la blusa. Comencé a acariciar sus senos y pellizcar sus pezones. Entre lengüetazos húmedos y gemidos repetía te gustan, ¿verdad que te gustan? Y yo repetía que sí, ansioso de tocar más.
    
    Ella se inclinó de espaldas, dándome la espalda y yo seguía besándola y tocando sus cuellos. Le restregaba mi miembro erecto contra sus nalgas. Tengo que confesar que de seguir así me habría venido.
    
    No es que sea precoz. Era por todo la situación tan excitante: La oscuridad, el que pudieran descubrirnos, la espontaneidad, lo sensual que era mi morena.
    
    Ella se giró de golpe y, experta, soltó mi cinturón, abrío mi pantalón y lo bajó a mis tobillos. En la semipenumbra veía ...
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