1. El lector - Parte 1


    Fecha: 12/04/2019, Categorías: Sexo Oral Autor: Bellota, Fuente: TodoRelatos

    ... un rato suficiente para que la presión bajara un poco. Saliendo, no hicieron falta grandes discursos. La única pregunta era si íbamos a mi departamento o a su hotel. Optamos por la segunda opción y fue él quien cedió primero a las ganas de besarnos.
    
    Si la vida te da limones, haz una limonada. Si la vida te da este tipo besos, agárrale la nuca, cierra los ojos y despega.
    
    Nuestras manos se acariciaban con ternura en el taxi. Me sentía más relajada, con la tranquilidad llevada por una extraña certeza de que iba a vivir algo rico y muy especial. Alejandro me sonreía, compartía mis sensaciones.
    
    Cerró la puerta de la habitación y nos abrazamos. Sentí su verga contra mi pubis, las fotos no mentían, ni siquiera en erección completa, se le notaba un tamaño más que respetable. Nuestras lenguas se encontraron rápidamente, nos besábamos con evidencia y deseo. Levantó mi falda para agarrar mis nalgas mientras deshacía el cierre de su short. Pocos segundos después, estábamos desnudos. La textura de su piel era particularmente suave y su pecho estrellado de pecas llamaba mis labios y mi lengua. Se maravilló al descubrir mis senos pequeños que se puso a besar y lamer enseguida. Tuvimos el mismo movimiento para llevarnos mutuamente hacia la cama y, antes que tuviera el tiempo de decirle cualquier cosa, ya había hundido su cara entre mis piernas. Aplicó su lengua sobre mi sexo, abriendo un camino húmedo entre mis labios. Cerré inmediatamente los ojos y dejé escapar un gemido de satisfacción, la caricia era de las más placenteras que hubiera conocido. Si decía la verdad acerca de su supuesta carencia de experiencia en cuanto a las mujeres, la que tenía había hecho de él un verdadero genio lamiendo. Y parecía disfrutarlo tanto como yo.
    
    —Qué rico sabes, Sandra… —me dijo entre dos lenguazos.
    
    Lamía de abajo para arriba, insistiendo sobre mi clítoris. Atrevida, su lengua se aventuraba a entrar un poco en mi concha, era una delicia. Sentía su barba suave contra mis muslos y sus movimientos sedosos que acompañaban su boca. Abrí los ojos, encontré a los suyos y mi excitación se convirtió en un morbo animal. Con la boca tapada por mi intimidad, Alejandro tenía la mirada de una fierra hambrienta. Mi jugo y su saliva empezaban a brillar en sus mejillas, agarré su cabeza más fuerte para pegarlo contra mi sexo. Entendió perfectamente y sentí su lengua penetrarme más mientras me sobaba en su cara con unos lentos movimientos de cadera. El primer orgasmo de la noche llegó un par de segundos después, acompañado por unos deliciosos espasmos que tensaron todos mis músculos. Mi cabeza cayó en la almohada. Alejandro se acercó. Aquella noche, aprendí que los ojos podían rugir. Los suyos eran sexo. Bruto, puro, sin límites. Entreabrió sus labios mojados y dejó lentamente caer un hilo de mi jugo. Mi lengua lo recibió con gusto. Sí, sabía rico.
    
    El morbo que me daba era inagotable. Cada palabra, cada gesto, cada beso, cada lenguazo suyo era una invitación a hundirme en la ...