1. Noche lésbica


    Fecha: 11/04/2019, Categorías: Lesbianas Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    ... furtiva de vez en cuando, las dos sabíais que el tema se estaba calentando, pero tú tenías muy claro que no ibas a forzar ninguna situación y que sería ella la que decidiese que quería hacer.
    
    Os cerraron el pub y salisteis a la calle, sudadas, riendo y felices de que por fin os habíais conocido.
    
    Le preguntaste: Dime, ¿Qué quieres hacer?
    
    Te dijo necesito una ducha y contestaste: ¡Vaya y yo!
    
    ¿Te llevo al hotel? Y te dijo, no... No puedo ir al hotel, estará mi ex con su amiguita.
    
    Así que le propusiste que se fuera a tu casa y que no se preocupase, que no pasaría nada que ella no quisiera.
    
    A lo que te contestó: Creo, ¡¡chica guapa, que ambas sabemos lo que queremos!!
    
    ¿Ah sí? Ah claro, una ducha, ¿¿no??
    
    Risas y más risas dentro del taxi y por fin llegasteis a tu casa.
    
    Nada más entrar por la puerta os fundisteis en un beso húmedo, mientras os ibais quitando la ropa y cuando estabais medio desnudas, le dijiste: ¿¿Una ducha??
    
    Os metisteis en la ducha y empezasteis a enjabonarnos la una a la otra, las dos sois de pecho grande y amplias caderas, estabais fascinadas por lo parecidas que erais ambas.
    
    Con la ayuda del jabón y el agua caliente tus manos recorrían su cuerpo mientras las suyas hacían lo propio con el tuyo.
    
    Salisteis de la ducha, os secasteis y os metisteis en la cama.
    
    Empezaste a besarla en la boca y cuando te separaste de su boca, se le escapó una sonrisilla y tú la miraste como pidiéndole permiso para seguir... asintió con la cabeza y seguiste besando sus pechos grandes, tu lengua se entretuvo con uno de sus pezones, sentías como estaba duro como una piedra, tu sabías que su deseo le estaba volviendo loca.
    
    Seguiste bajando con tus besos hasta que llegaste a su sexo, la verdad es que era el segundo que probabas en tu vida y no tenías ni idea si lo hacías bien o mal, pero no te cortaste.
    
    Con tu lengua separé los labios generosos que encerraban un clítoris húmedo e hinchado por el calentón que llevaba, tu lengua lamía arriba y abajo, evitando centrarme directamente en su clítoris y un momento dado metiste tu lengua dentro de su sexo, extremadamente mojado.
    
    Ella gemía, y te decía necesito más. Por favor, necesito que me metas algo.
    
    Le metiste dos dedos dentro y aumentaba tu ritmo dentro de ella. Cuando los saqueaste, los chupaste y le di a probar.
    
    El calentón era tal que cogiste un vibrador que tengo para tus noches de soledad y lleno de lubricante se lo metiste hasta el fondo, sus gemidos y gritos te encendían cada vez más, tanto que ella notaba como tus flujos resbalaban por sus piernas.
    
    Después de que se corriese de forma abundante, cayó rendida en tu cama.
    
    Tú te hiciste la dormida, pero no te podías quedar así.
    
    Así que te tuviste que masturbar mirándola, de repente abre un ojo y te confiesa que se estaba haciendo la dormida.
    
    De nuevo, venga las risas y le dijiste... Oye, señorita... Aquí la que ahora necesita algo soy yo, así que no seas mala conmigo.
    
    Te dijo: déjame que ...