1. Ayudándole a un amigo


    Fecha: 09/04/2019, Categorías: Infidelidad Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    ... pubis y sus nalgas chocan entre sí placenteramente. Podría estar así por horas, sin embargo, Lorena me vuelve a insistir para que me venga. Acelero mis movimientos, tratando de alcanzar el clímax de nuestro encuentro, pero nada, es así que me doy cuenta que necesito conseguir algo antes. Preciso sentir que fui capaz de provocarle un orgasmo a tan bella mujer antes de poder hacer lo mismo.
    
    Con tal objetivo en mente, me salgo de Lorena y rápidamente la volteo para verla a la cara. Se nota sorprendida ante mi inusitado arrebato. Vuelvo a lamer su vertical hendidura pero esta vez introduzco mis dedos, índice y medio, con que comienzo a “rascar” la parte superior de su intimidad, al mismo tiempo que aprieto ligeramente su abdomen.
    
    Tras varios segundos, mi acción da frutos cuando veo el rostro de Lorena expresar deleite a la vez que se ruboriza. La constancia por fin me premia al ver cómo se contorsiona el cuerpo de tan linda mujer, quien parece no poderlo evitar. Lorena eyacula sobre mis dedos un líquido que parece un aceite natural.
    
    Colocando sus piernas sobre mis hombros me deslizo suavemente en su interior. Esta vez la veo a los ojos, directa y fijamente, durante varios minutos sigo así. Lorena desvía la mirada.
    
    —Ya no me veas así.
    
    —Así ¿cómo? —le pregunto.
    
    —Así como si estuvieras enamorado de mí.
    
    Sin dejar de mirarla acelero mis movimientos y Lorena muerde sus labios. Dejo que sus piernas caigan de mis hombros para abrazarme a ella besándola en el cuello. Al estar más cerca, ella me mira al mismo tiempo que expele leves pujidos de placer.
    
    Nos besamos profundamente y noto como sus piernas se mueven en un muelleo desesperado, en clara señal de búsqueda de otro orgasmo anhelado. Yo la acompaño en esa búsqueda y así, viéndonos fijamente, sumergiéndonos el uno en el otro, ambos explotamos.
    
    Me siento muy bien de haber eyaculado en su interior. Mi simiente, que tan sólo unos segundos antes formaba parte de mí, resguardada en mis testículos, ahora se guarece en la intimidad de Lorena. Es algo mágico. Una parte viviente de mí continúa viviendo pero ahora en el cuerpo de Lorena.
    
    Aún completamente desnudos, ella se sienta sobre mis piernas y continuamos besándonos. Nuestros besos son tan húmedos que parte de nuestra saliva se destila por la comisura de nuestros labios.
    
    Teniéndola así, sentada sobre mí, no dejo de pensar si en verdad quedará embarazada. Pareciera que ella lee mis pensamientos y me pide volver a vernos para mejorar las probabilidades del embarazo.
    
    Si es así, no sé cómo me comportaré cuando Mario me presente al niño como su hijo. ¿Me atreveré a decirle a éste; cuando crezca; que es mi hijo?, o sólo he ayudado a un amigo sin que él se dé cuenta.
    
    FIN 
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