1. Pasión Prohibida - Prólogo


    Fecha: 19/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Hugo, Fuente: TodoRelatos

    Mamá se ha vuelto a ir. Mi hermana llora llamándola, yo también tengo ganas de llorar, pero soy su hermano mayor. Mamá dice que ya tengo seis años y que debo cuidarla cuando ella no esté.
    
    Stella llora. Tiene hambre, pero ya hace varios días que mamá se fue y no queda nada de comer. Nunca tarda tanto en volver.
    
    Me subo en una silla de madera que hay en la cocina, justo al final de un armario encuentro una caja de galletas: solo quedan tres. Le doy dos a Stella y me como la que queda, poco a poco, para hacerla durar. Están blandas y saben raro, pero tenemos tanta hambre que nos da igual.
    
    Mi hermana acurruca su delgado cuerpecito en mis brazos, tiene tres años, pero parece mucho más pequeña de lo que es. Me mira con sus grandes ojos azules y, haciendo un puchero, me pregunta por mamá.
    
    —No tardará… —digo mientras la tapo con la vieja y sucia manta que hay en el sofá—. Duerme un poco, el tete Oli te cuida.
    
    Cierra los ojos y yo acaricio su largo pelo rubio. Me hago el valiente, pero estoy muerto de miedo. «Mami, ¿dónde estás?». Esa pregunta se repite una y otra vez en mi mente hasta que caigo yo también rendido junto a mi hermana.
    
    Un nuevo día amanece y mamá sigue sin venir…
    
    El miedo da paso a verdadero pánico. Ya no hay nada ni en la nevera ni en los armarios.
    
    ¿Qué le voy a dar a Stella cuando se despierte del maltrecho sofá?
    
    Abro los ojos de golpe. Estoy en mi cómoda cama, en mi inmensa mansión del exclusivo barrio de Laurel Canyon, en Los Ángeles.
    
    Me siento de un salto en la cama y me cojo la cabeza con ambas manos. Dios… de nuevo un sueño de mi maldita infancia.
    
    Me levanto y voy a la cocina para servirme un vaso de agua.
    
    Miro el reloj que hay en la pared: son las cinco y diez de la mañana.
    
    Tengo una reunión de accionistas a las ocho y media. Ya sé que no me voy a volver a dormir.
    
    Me meto en la ducha y, de nuevo y está vez despierto, una preciosa y angelical niña de tres años acude a mi mente… ¿Qué habrá sido de ti, Stella?
    
    A las ocho ya estoy en mi despacho. Layra, mi eficiente y embarazadísima secretaria, me sirve un café.
    
    —A las ocho y media llegarán los accionistas, señor Scott.
    
    —Gracias, Layra.
    
    La veo salir con su enorme barriga. Pronto tendré que buscarle una sustituta.
    
    Sin embargo… La vida me depara una sorpresa, una sorpresa que pondrá mi vida del revés. Una sorpresa que hará que me cuestione muchas cosas… Demasiadas. 
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