1. La boca del metro


    Fecha: 30/03/2019, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    A lo largo de mi vida me he visto obligada a tener sexo sin haberlo querido en unas cuantas ocasiones. Normalmente se trataba de personas conocidas, incluso miembros de mi familia (aunque no de sangre) que se valieron de algún tipo de extorsión, presión, perseverancia o amenaza directa que hacían que terminara claudicando con desgana. Pero no sabía lo que era que un desconocido me asaltara de buenas a primeras, una violación espontánea. Llevo unos tres años viviendo en la gran ciudad, y desde que llegué tuve en mente cumplir aquella fantasía de vivir en primera persona una situación en la que el miedo en el cuerpo tuviera el protagonismo. Por eso siempre me procuré vivir cerca o dentro de alguna calle venida a menos, una calle que hubiera visto devaluada su calidad de vida por culpa de la inseguridad.
    
    La tentación siempre estaba ahí, cada vez que volvía de madrugada de haber estado trabajando o de juerga. Siempre había alguna calle “turbia” por la que tenía que pasar, y siempre pasaba al lado de gualtrapas (rufianes) apoyados en una pared o en una boca de metro que me decían algo. Una de esas veces que pasé por al lado de dos moros que me dijeron algo así como:
    
    -Bollito, quieres follar con hombres de verdad?.
    
    Yo les contesté algo despectivo, como que no serían suficiente para mí, lo que no les hizo gracia. Seguí caminando unos pasos más y justo cuando los dejaba a unos 5 metros detrás, pasé a la acción. Saqué un paquete de pañuelos de papel de mi bolso, y al ir a abrirlo dejé que se me escapara de entre las manos, cayendo al suelo delante de mí. Me agaché a cogerlo con las piernas juntas sin apenas doblar las rodillas, dejando que la minifalda descubriese mi tanga y mis nalgas, y para cuando quise reincorporarme ya tenía dos manos en ellas. Una vez de pie, tenía a uno de ellos detrás agarrándome el culo y el otro delante tocándome las tetas y mirándome de manera desafiante.
    
    -Te vas a enterar si somos suficiente para ti.
    
    Me agarraron de los brazos y me hicieron acompañarles por las escaleras del metro. La cosa no pintaba muy bien, se les veía enfadados y me estaban agarrando fuerte del brazo y llevándome a empujones, que casi caigo por las escaleras con los tacones. Empecé a temer por lo que pudiera pasar, pero no podía evitar ponerme cachonda en aquella situación. Cuando llegamos abajo (a esas horas no hay gente salvo algún vagabundo durmiendo) me tiraron contra el suelo y se desabrocharon los pantalones, obligándome a ponerme de cuclillas y hacerles una mamada simultánea. Más que una mamada, literalmente me follaron la boca agarrándome la cabeza, provocándome náuseas. Ellos se divertían mientras yo trataba de controlar la situación, y poco a poco fui haciéndome con sus pollas, agarrándolas con la mano y mamando una y luego la otra. Les estaba gustando, se miraban entre ellos con sonrisas de aprobación, lo cual me alivió. Se recreaban soltando improperios, como “mira cómo la chupa la puta” “los blanquitos no le dan lo suyo” “toma ...
«123»