Esposa de uno, puta de todos
Fecha: 01/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos
El día que repartieron la generosidad y la capacidad de amar a mí debió pillarme ocupada. No sabía exactamente qué me había llevado a ser así, pero desde bien pequeña carecí de empatía o de cualquier otro tipo de sentimiento que me impidiera poner siempre mis necesidades en primer lugar. Hasta ese momento solo había obtenido beneficios de mi forma de ser.
Cuando era una niña solo hacía caso a mis padres si sabía que iba a recibir algo a cambio. No es que no los quisiera, pero sentía más aprecio por mí misma y por todo lo que podía llegar a conseguir. Únicamente por ese motivo me empleaba en los estudios, porque siempre tuve claro que podrían servirme de ascensor social, que una buena educación me llevaría a conocer personas que se ajustaran más a mis intereses.
Le puse todo mi empeño a ese objetivo, pero la adolescencia me distrajo y mis necesidades fueron por otra parte. La naturaleza me dotó de un físico que todos los hombres deseaban y eso me permitió, a tan temprana edad, empezar a sacar beneficios. Algunos jóvenes estaban dispuestos a darme cualquier cosa por amor, y yo les sacaba regalos e invitaciones sin darles a cambio nada más que mi presencia.
Sin embargo, otros recibían lo más preciado que tenía: mi cuerpo. Desde que descubrí el sexo me convertí en esclava del placer que proporcionaba y de todo lo que se podía obtener a cambio. Mi pasatiempo favorito era follar por gusto, pero si no me quedaba más remedio también lo hacía para conseguir lo que se me antojara.
Aquello hizo que mis estudios se resintieran, pero daba igual. A través del sexo fui consiguiendo buenos trabajos que me dieron la independencia económica que me permitió alejarme de mis padres. Eran empleos de mucho dinero y poco esfuerzo, pero yo estaba empeñada en conseguir algo más grande, un puesto que además me diera poder.
En aquel momento trabajaba para una de las firmas de moda más importantes, aunque no tenía ni idea del tema. Haberme acostado con un pobre pardillo me puso allí, pero yo quería llegar a lo más. La fama del dueño de la marca sugería que era sencillo conseguir ascensos si te colabas en su cama, pero físicamente no podía ser más desagradable.
Baltasar rondaba los setenta años y, aunque podría decirse que no estaba mal para su edad, no dejaba de ser un señor arrugado con una ridícula coleta que recogía el escaso pelo blanco que le quedaba. Me horrorizaban sus uñas largas, su fétido aliento y la forma de vestir que tenía, presuntamente a la moda. Tenía que tantear el terreno, ver si era de los que te lo daban todo solo con una pizca de seducción.
- Señor, soy Lisa, del departamento de novedades.
- Adelante, ¿en qué puedo ayudarte?
- Quería presentar mi candidatura para el puesto que ha quedado libre en dirección.
- ¿Estás cualificada para ello?
- Precisamente venía para eso, para demostrarle lo apta que soy.
- Pues no veo el currículum por ninguna parte.
- Quizás no se esté fijando bien.
- Lisa... ¿verdad?
- Sí, ...