Mi mujer y yo enseñamos a mi hijastra
Fecha: 01/10/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: El Escriba, Fuente: TodoRelatos
... datos de Judith, necesarios para contextualizar toda la historia: tiene 4 hijos. Tres chicas y un varón. La “agitada” vida sexual de Judith hizo que, a muy temprana edad, fuera madre. Su genética, y sus cuidados, hicieron que su cuerpo no se resintiera y, tras dar a luz a 4 hijos, siguiera luciendo la misma espectacular figura.
La mayor de las hijas, Martina, es un calco casi exacto de su madre: Morena con una melenaza negra que es la envida del resto de chicas de su edad. La mirada de sus ojos oscuros son capaces de atravesar el hormigón armado. Su cara es una mezcla entre dulzura, inocencia y picardía que, unidos a su juventud, provocan las ideas más perversas y tórridas que cualquier hombre pudiera imaginar.
Hasta aquí todo podría ser considerado como algo normal. Cuando Pedro y Judith se conocen, ella ya no se dedica al mundo del escort, si no que lleva una vida digamos “normal”. La vida sexual que ambos comparten es, eso sí, muy activa e intensa. Largas sesiones de sexo presiden los días libres en los que Pedro y Judith están juntos. Follan en todas las posiciones y maneras imaginables. Una de las prácticas que más cachonda pone a Judith es que, con la verga de Pedro clavada en su coño, éste permanezca así, sin moverse, durante unos minutos, durante los cuáles lo único que debe hacer para que ella se corra a borbotones es lamerle y mordisquearle el lóbulo de la oreja.
Ambos están seguros de que, de sus largas sesiones de sexo, sus vecinos y las hijas e hijo de Judith, son testigos. No pueden no oírles, ya que los gritos, gemidos y peticiones, en voz alta, que el uno le hace al otro, los hacen a todo volumen, sin molestarse lo más mínimo por tratar de evitar ser escuchados. Todo ello, lejos de suponerles un problema o un prejuicio, les carga de morbo y sexualidad.
Una tarde de domingo, tras la comida familiar de rigor entre los seis, Judith y Pedro se enredaron, como casi siempre ocurría, en el sofá del salón, mientras los hijos de ella recogían la mesa y llevaban los platos y la cubertería al lavavajillas.
- Fóllame –le dijo Judith a Pedro al oído, aunque no en un susurro, mientras le agarró con fiereza su ya erecta polla.
- Espera al menos a que tus hijos se hayan retirado a sus habitaciones –dijo él, viendo de reojo como Marina, la mayor de las hijas entraba en ese momento en el salón y no quitaba ojo de la escena.
- Quiero que me folles ya. Estoy muy cachonda, tengo el coño chorreando y sólo tu verga puede ayudarme –reiteró Judith.
Pedro no podía negarse. Si Judith estaba cachonda, no lo estaba menos él. Y menos aún después de haber descubierto como Marina los miraba, sin apenas disimularlo. Es más, incluso creyó percibir que la joven deslizó suavemente una de sus manos hasta su entrepierna.
Era verano y estaban en casa, por lo que la ropa de todos era más bien escasa. Judith llevaba un vestido corto, veraniego, sin sujetador, dejando que sus deliciosos pezones se marcasen prominentes en el fino tejido del ...