Sorprendido en la fábrica abandonada
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Gays
Autor: danisampedro91, Fuente: CuentoRelatos
Cuando me pasó lo que voy a relatar; fui sorprendido en una fábrica abandonada haciéndome una paja y con uno de mis dedos acariciando mi ano.
En la época en que esto sucedió, me encontraba realizando el servicio militar en Zaragoza. Por aquellos días estaba gozando de un mes de permiso por lo que me encontraba en la ciudad donde vivo, y vivía en aquellos momentos, y que no es otra que La Coruña.
Aquel día había ido al puerto para buscar algún trabajo con el que ganar algo de dinero, pero no había tenido suerte. Había estado hasta las 2 de la madrugada y cansado de esperar encontrar algún trabajo, me dispuse a irme a casa y volver el próximo día, a ver si había más suerte. Llevaba 4 días de permiso y de momento no había tenido suerte.
De camino a casa, pasaba por al lado de una fábrica que llevaba tiempo abandonada; prácticamente se encontraba en ruinas; al llegar a su altura, me vinieron ganas de mear, por lo que se me ocurrió entrar en la fábrica abandonada y ponerme a mear. Cuando saqué la polla y hube meado, la polla se me empezó a empalmar; llevaba tiempo sin pajearme, y además no terminaba de atreverme a ir por donde había encuentros homosexuales; lo máximo a lo que me había atrevido, era a ir a algunos aseos públicos, y siempre había salido corriendo sin llegar a ningún encuentro. Tan solo hacía algo más de un mes que me habían desvirgado en Zaragoza, y aunque me había gustado, el buscar quien te diera por el culo, me aterraba. Así que después de haber meado, me quedé con la polla fuera del pantalón, y a la vez que iba recorriendo la fábrica, llegué a una zona donde estaba en mejores condiciones. Aquel lugar parecía más despejado de escombros, hasta aquella parte todavía tenía la parte del techo. Así que allí me desabroché el pantalón, dejándolo caer hasta los tobillos, y con el slip sobre las rodillas, empecé a pajearme. Mientras con una mano acariciaba mi polla y huevos, con la otra mano, me empecé a acariciar el culo. Cuando empezaba a estar más salido, llevé la mano con la que acariciaba la polla y huevos, y empecé a acariciar los pezones, dándole fuertes pellizcos, y estirar los pezones hasta donde podía aguantar.
De lo que no me había percatado, es que desde que había salido del puerto, un hombre me iba siguiendo, y por supuesto me vio entrar en la fábrica abandonada. El muy cabrón también había entrado sigilosamente a la fábrica, y espiaba lo que yo estaba haciendo.
Cuando se dejó ver, yo me estaba metiendo un dedo en el culo, mientras con la otra mano me pellizcaba y estiraba los pezones. Al yo verlo allí, quedé petrificado; era lo que menos esperaba en aquellos momentos.
Era un hombre que rondaba sobre los 40 años y un fuerte corpachón; era por lo menos 15 o 20 centímetros más alto que yo; si aquel tipo me suelta uno de sus brazos, me deja estampado sobre la pared. El muy cabrón no solo me había seguido desde que había salido del puerto, sino que además llevaba un rato espiando lo que hacía, y en cuanto vio lo que ...