Por infiel, inicié a mi esposa en la prostit. 2
Fecha: 29/09/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi rabia de esposo ofendido, me había llevado hasta este extremo. ¿Que harìa después?
No pude pensarlo, porque una mano fuerte me atrajo diciendo: ¿Quieres ver lo que va a pasar?, sin esperar mi respuesta, los dos me llevaron a un cuartillo, abrieron una falsa ventana, y para mi sorpresa había un grueso vidrio, que permitía ver con toda claridad lo que estaba ocurriendo en el cuarto del burdel, donde iba yo a ser testigo de aquel acto insólito.
"Ellos no pueden ver nada de allá hacia nosotros; dijo la vieja, nosotros en cambio veremos y escucharemos todo.
En el cuarto, Andrea; incitantemente desnuda, estaba allí de pie. El mulato Simón, a dos metros de ella, la escudriñaba con deseo. A mi esposa se la veìa como presa de un sofocante arrebato.
Simón, despaciosamente se desnudó frente a ella, mientras crecía en el rostro de mi esposa, una expresión de turbulenta y ardiente confusión.
Esa expresión se convirtió en un leve gemido, cuando el robusto mulato se despojó de un bóxer que levantó como un poderoso resorte, una enorme y gruesa verga, deseosa de mujer.
Andrea se estremeció.
Después de un tiempo en que el cruce de sus miradas hiso que la tensión sexual se convierta en fuego, el levantó sus manos con las palmas hacia arriba, y con un movimiento de sus dedos, y una inclinación de su cabeza, la invitó en silencio a acercarse.
Mi esposa sintió de inmediato el llamado de la entrega, y una llamarada desconocida la abrazó, haciéndola sentir débil, y poseída por un caluroso arrebato, que la hiso acercarse irresistiblemente hacia el.
Simón la tomó de las dos manos como un imán, mientras ella miraba su abultada verga erecta, que la tenìa como hipnotizada. Suavemente hiso que Andrea pase sus dos brazos por su cuello, y la ciñó por su cimbreante y carnosa cintura, atrayèndola despacio, mientras la besaba con ardor y deleite.
Ella sin resistirse se abandonó, y cautiva de una creciente y poderosa pasión, se dejó acariciar y besar todo su exquisito cuerpo, mientras suspiraba y gemía con sus ojos cerrados.
Acostada y entregada, mi esposa se dispuso a ser poseída por ese fuerte macho.
Su hermoso cuerpo, blanquìsimo y curvilíneo, parecía el de esas pinturas realistas antiguas de ninfas desnudas y apasionadas, que iban a ser poseídas brutalmente por impetuosos faunos.
El mulato, fascinado por la visión de una mujer tan exquisita, a quien jamás se hubiera podido imaginar hacerla suya, contempló largamente con codicioso placer, la cerrada selva de vellos negros del sexo de mi esposa, que contrastaban eròticamente, con sus muslos abultados y carnosos.
Luego, puso sobre sus hombros las pantorrillas de Andrea, y tomándola por su cintura, su inmensa verga empesò a penetrar su estrecha y jugosa vagina.
Mi esposa, sintiendo el empuje de ese poderoso miembro que la invadía y la llenaba toda, abrió los ojos, y con angustioso dolor y placer solo alcanzó a decir: "No...NOOOO!!
Simón, dueño ya de esa rica chucha, la empesò a ...