Una noche diferente con el hombre de mis sueños
Fecha: 28/09/2024,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Tras un largo día descubriendo la ciudad y estudiando sus monumentos, nuestros protagonistas regresan a la intimidad de la habitación de su hotel.
James entra y se hace un sitio a mi lado para lavarse los dientes. Poco después, salgo y me quito los zapatos, los pantalones cortos y los coloco sobre una silla.
No tardo en volver a estar acompañada, esta vez, es él quien se quita los calzoncillos y los deposita en una bolsa donde acumula meticulosamente la ropa sucia. Sonrío por lo bajo, la situación me recuerda a escenas de matrimonio.
Danzamos por la habitación recogiendo todas nuestras cosas. Abro la maleta y saco el pijama, lo dejo sobre la cama mientras me despojo de mi ropa interior. Antes de que logre cubrirme, los brazos de James rodean mi cintura por detrás.
—¿Te he dicho alguna vez lo irresistible que eres? –inclino la cabeza para dejar que trace un camino de besos por mi cuello.
—No lo suficiente –contesto sonriente.
—¿Ah, no? –pregunta dudoso–. Pues eso tiene fácil solución –susurra mientras sus manos recorren mi barriga con suavidad, deteniéndose sobre mi depilado monte de Venus–. Estaba harto de estar en esa plaza rodeado de indeseables que miraban de forma lasciva lo que es mío.
—¿Y qué miraban? –pregunto orientando mi cuello hacia el lado opuesto del recorrido de sus besos.
—A ti –sonrío y recuesto mi cabeza hacia atrás, hasta percibir su hombro.
Sus manos se han colocado a ambos lados de mis ingles, y automáticamente mi respiración empieza a acelerarse.
—No lo creo –susurro a sabiendas que esa curiosa observación, es cierta.
Coloca uno de sus dedos entre mis labios vaginales y los separa cuidadosamente para abrirse camino en mi interior. No puedo evitar que brote un gemido involuntario de mi garganta, después de todo, mi sexo le anhelaba, y cada vez que me toca siento como mi cuerpo entero arde en llamas estremeciéndome de placer ante la perspectiva de volver a sentirlo.
—Te miraban con deseo, con ganas de tocar y acariciar tu suave piel morena.
Vuelvo a jadear involuntariamente al notar su dedo presionando mi orificio de entrada. Tampoco me pasa desapercibida la evidente dureza de su miembro, que presiona mi nalga derecha convirtiéndome en gelatina sin poder evitarlo. No necesito más estímulo para empezar a humedecerme; él lo nota, y su respiración se agita mientras me penetra lentamente con un dedo.
Su otra mano resbala por mi cadera, acomodándose a mi nalga izquierda y apretándola mientras me continúa empalando una y otra vez.
—Joder, Anna... –jadea junto a mi cuello–, me dan ganas de hacerte el amor toda la noche.
Sonrío extasiada ante su comentario y relajo mi cuerpo, abandonándolo a las expertas manos que recorren cada parte de mi anatomía con precisión quirúrgica. Conoce cada pliegue, montículo, músculo o lunar a la perfección. Se dirige a mí sin dejar de tocarme, interrumpiendo el sonido de nuestra entrecortada respiración.
—Tengo una fantasía... –habla pausado, con ...