1. Un fin de semana de locura (1)


    Fecha: 11/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: alexisgolden, Fuente: TodoRelatos

    Soy una mujer felizmente casada desde hace muchos años y lo que pasó aquel fin de semana en un viaje con unas amigas a una ciudad castellana lo defino como una locura casi de adolescente. Me conservo bastante bien para mi edad (no os la diré pero ya no cumplo los 50): pequeña, delgada, un buen culo y unas tetas atractivas. Nada espectacular, pero sí resultona.
    
    Aprovechando que la hermana de mi amiga Julia tenía casa en esa ciudad castellana, nos pusimos de acuerdo para pasar un fin de semana de chicas, sin maridos ni plan establecido de viaje. Llegamos el viernes a la tarde, pasamos por la casa de la hermana (estaba en un pueblo a unos 15-20 minutos del centro) a retocarnos un poco y nos fuimos a tomar unas cañas, cenar y divertirnos.
    
    Todo iba bien y en uno de los bares nos encontramos con unos amigos de Julia. Rápidamente me fijé en uno de ellos, Fran, de unos 35 años, musculado sin exagerar (no me gustan esos de gimnasio “inflados”), fuerte, alto (no menos de 1,85), lo suficiente para que a mis 1,55 le pareciera un gigante. Tenía un rostro atractivo y una sonrisa perfecta, acompañado de un buen trato. Enseguida hice buenas migas con él, creo que él también, y se “acopló” a nuestro grupo sin problemas. La cosa es que nos íbamos a ir ya a cenar con mis dos amigas cuando una de ellas, Julia, empezó a encontrarse mal hasta el punto de que su hermana y ella decidieron volverse al pueblo. Se disculparon conmigo porque yo también debería volverme cuando apenas se había iniciado la diversión. Entonces Fran se ofreció a llevarme hasta la casa más tarde, siempre que a mí no me importara. Me quedé dudando, pero estaba bastante cómoda con él y no pensaba que fuera a pasar nada. Era también un amigo de confianza de Julia y su hermana, y ellas le “encomendaron” que me cuidara y que no hubiera problemas, siempre desde esa confianza y con un poco de chufla también, la verdad.
    
    Bueno, el caso es que yo me quedé en aquella ciudad con Fran como única persona conocida y me dejé guiar por él. Fuimos a cenar a un bar de tapas, no mucho porque tampoco tenía mucho hambre, en el que se ofreció a pagar pero me negué, aunque él insistió en que entonces la siguiente copa correría de su cuenta. Así fue, a eso de las once y media salimos del restaurante y nos fuimos a un bareto que conocía Fran en la zona de marcha de la ciudad. Allí sí me invitó él a mi primer gin-tonic que, junto con lo que ya había bebido anteriormente, empezó a subírseme a la cabeza. En ese bar nos encontramos con el compañero de piso de Fran, Abdul, un tunecino que llevaba ya dos años en España trabajando en una constructora. También alto, muy moreno, rasgos marcados y una boca de labios carnosos que también me resultó muy atractiva.
    
    Una hora y media más tarde Fran me dijo si quería ya que me llevara a casa, pero le contesté que lo que me apetecía era bailar un rato. Pues nada, fuimos a una discoteca cercana en la que ponían música bailable, de la de mi época (qué viejo suena…), y, aunque ...
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