1. La ventana indiscreta


    Fecha: 10/09/2024, Categorías: Hetero Autor: waldo1992, Fuente: RelatosEróticos

    ... irme mientras estaba traspuesta pero ahora ya era demasiado tarde. Podía denunciarme y tenía que asegurarme que no lo iba a hacer.
    
    Entre en el cuarto y allí estaba, tumbada en el suelo intentando soltar sus muñecas atadas con sus propios pantis. Miraba por encima del hombro qué era lo que le impedía desatarse cuando me vio entrar. Sus ojos llenos de odio me atravesaron al darse cuenta de la situación tan adversa en la que se encontraba.
    
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    ¡¡Tú!! ¡¡Suéltame, vamos!! Ni se te ocurra ponerme un dedo encima. Ya has tenido tu espectáculo y yo te he dado una lección. Estamos en paz. ¡¡Desátame!!
    
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    Perdona… tú has sido la que se estaba exhibiendo a través de la ventana, provocando. Luego tú has sido la que me ha llamado, ordenándome que viniera. Y, finalmente, tú me has atado a una silla y me has violado, así que no me vengas con lloriqueos.
    
    Diciendo esto me acerqué a ella y la levanté. Desnuda y enfadada aún me ponía más cachondo. Decidí darle su merecido y me iba a divertir haciéndola sufrir.
    
    En primer lugar la besé, igual que ella había hecho conmigo. Al principio no me correspondió, pero de golpe cambió de actitud y me devolvió el beso con exagerada pasión, restregando sus grandes tetas por mi pecho y acercando su entrepierna a la mía. Viendo la táctica que estaba usando la aparté y vi en su rostro una sonrisa y una mirada de pena que me invitaban a soltarla. Parecía que me daba su consentimiento para practicar sexo pero… no, tenía planes mejores para ella.
    
    Haciendo que no con la cabeza la miré y al instante entendió que no le había servido la táctica, ya que de nuevo su rostro se enrojeció y empezó a soltar toda clase de improperios que prefiero no repetir. Cogí su coulote y se lo puse en la boca. Con el mismo panti con el que la había atado la amordacé. Subí sus muñecas hasta la altura de los omoplatos, más o menos, para acercar la fila tela de seda a su cabeza. De esta forma aún estaba más inmovilizada y me aseguraba que no intentaría nada.
    
    Respiraba profundamente, furiosa, con su mirada llena de odio, sus cabellos cubriéndole medio rostro pegados por el sudor. Su pecho subía y bajaba… y de qué manera… haciendo que casi me distrajera y perdiera la noción de lo que tenía planeado para ella.
    
    Mi mano se deslizó a su entrepierna y pude notar como estaba completamente mojada. No se si era por el polvazo que me había echado antes o por la situación actual, lo cierto es que estaba a punto de caramelo para mí. Introduje uno, dos… tres y hasta cuatro dedos en su interior. Un gemido acompaño mi maniobra. Entraban sin resistencia. Ella cerró los ojos ya que, a pesar de aparente indiferencia, mi penetración le provocaba placer y la dejaba indefensa y sin argumentos hostiles hacia mí. Pude haber hecho un
    
    fisting
    
    pero no quise abusar, no quería dañarla y de momento con esa provocación ya tenía suficiente.
    
    Saqué mis dedos y la obligué a acercarse a la escalera que usaba para pintar. Por un lado tenía peldaños, por el otro ...
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