Una noche lluviosa... y su espalda mojada - Relatos Eróticos

Una noche lluviosa... y su espalda mojada

Las luces apagadas, el fino haz de luz que se cuela por la ventana y se refleja en la pared, la noche calurosa y el ruido de los autos apagado por el cristal.

El calor de su cuerpo bajo las sábanas contrasta con el frío de las gotas de sudor que poco a poco cubren su espalda. Estuvo pensando en él todo el día, imaginando sus besos lentos y el sonido de su respiración. El aroma de su piel se formó en su mente y comenzó a imaginarlo allí, con ella, posando sus labios en su boca y recorriendo su cuerpo con sus manos, haciéndola temblar de deseo, ansiosa... Las imaginó acariciando sus pechos y ellos respondieron irguiéndose, endureciéndose, hasta tornarse redondos y sensibles, muy sensibles... Soltó un suspiro al imaginar su boca jugueteando en esa parte, su lengua girando alrededor de sus pezones...

Ahora su mano izquierda continúa masajeando sus pechos inflamados, mientras la otra comienza el descenso hacia aquel lugar donde sus muslos se unen. Lentamente pasa por debajo de la tela y comienza a disfrutar de la sensación: imagina que es él... que son sus dedos los que acarician su sexo que está húmedo desde el primer momento; y con esa imagen en la mente comienza a acariciar más rápido, más fuerte, introduciendo lentamente uno de sus dedos, imaginando cómo sería la primera vez. Sus pechos están más sensibles que nunca y su cadera se mueve descontrolada anticipándose a lo que viene... Y de pronto lo siente: aquel calor inundando su cuerpo, creciendo desde lo más profundo de su vientre al tiempo que los latidos de su corazón se confunden con el latir de su entrepierna. Una contracción de sus músculos, y luego otra y otra más; y al instante piensa en su nombre. De su boca sale un grito ahogado, a medio camino entre gemido y suspiro, pero tan intenso que la hace terminar por fin, satisfecha, exhausta, sintiendo aún el palpitar de su sexo contra sus dedos. Con un último suspiro intenta recobrar el control de su respiración.

Afuera la ruido se ha calmado. Ella mira hacia la ventana y escucha el sonido de la noche; la arrulla. Se deja llevar por el sueño, todavía con una sonrisa en los labios y algunas gotas de sudor en la espalda...