1. La otra Marta


    Fecha: 20/07/2024, Categorías: Lesbianas Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    ... goma elástica de la braga. Con una seña me indicó sacarle las medias, esparció aceite sobre sus piernas y nos repartimos recorriéndolas desde los tobillos, por los muslos, llegábamos a la entrepierna y pasábamos los dedos por encima de la tela. A cada subida las separaba más. Marta con la palma de la mano le golpeó la nalga, lanzó un pequeño grito, volvió a repetirlo en el siguiente masaje, con señas me indicó que hiciera yo lo mismo. Levantó las caderas alzando el culo, como si no le importaran las nalgadas, más bien parecía aceptarlas y las acompasaba con suspiros, con ritmo continuo, entre las dos fueron más de una docena las que le propinamos. Marta decidió terminarlas y sacando unas manillas de la cómoda, le hizo colocar los brazos por encima de la cabeza, se las colocó y con una cinta las sujetó en un barrote del cabezal. La ayudamos a darse la vuelta, tensionado su cuerpo. La braga color burdeos con encajes seguía cubriendo el bulto del pubis, la presión del tejido marcaba su sexo y se podía apreciar una cierta humedad. Unos mínimos reparos por la sujeción de sus muñecas. Se le notaba nerviosa, tumbada boca arriba, tendida estaba a nuestra merced.
    
    El proceder fue parecido, aceite sobre sus pechos, masajeándolos, tirando suavemente de los pezones y bajar hasta la goma de las bragas. Nos inclinamos sobre sus pechos y succionamos. Lo agradeció con gemidos. De nuevo a sus tobillos, piernas y muslos, su respiración se agitaba por momentos así como la humedad en la tela era cada vez más apreciable. Me indicó tirar de la goma de la braga y sacársela, hizo movimientos para facilitar incluso deslizarla por sus muslos, a la vista ese órgano exquisito, se lo había visto y tocado en aquellos tiempos, ahora era más rotundo, más desarrollado, más mujer, cubierto por un abundante pelaje, denso, puro matojo, de color castaño. Marta le separó las piernas alargó la mano, levantó con los dedos su vello púbico.
    
    Empezó a arquearse, entre el bosque de pelaje unos alargados y carnosos labios, una grieta abierta, la llenó con dos dedos y apenas con ese leve contacto se estremeció. Flexionó las piernas, tratando de acomodarse, los dedos entraban y salían, su coño empezó a latir y segregar jugos, se podía oír el chapoteo de los dedos, la respiración se le agitaba y cuando parecía estar a punto, paró de golpe y se lo palmeó con fuerza, negándole el orgasmo. Sonó un chillido, seguro tanto por la sorpresa como por el dolor. Rostro colorado, protestas apagadas.
    
    - Tranquila, aún no, te puedo asegurar que después suplicaras.
    
    Seguidamente a las indicaciones de Marta, de rodillas me puse entre sus piernas, se las separó para facilitarme el acceso, entendí el mensaje. Su sabor era entre dulce y salado, indescriptible. Le chupaba la vulva con tal voracidad que elevó la pelvis, tire de sus piernas doblándoselas, se abrió más, el interior rosado, humedecido por sus jugos, hacía atrás sus gruesas nalgas separadas, dejando al descubierto su ano, las terminaciones ...
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