Resquicios de luna de miel
Fecha: 11/06/2024,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Desde que volví de mi viaje de novios en Cuba, he fantaseado muchas veces con Maite, una chica que conocimos allí. Tanto mi mujer como yo, enseguida hicimos buenas migas con Maite y con Alfredo, pues teníamos muchas cosas en común, también estaban de luna de miel y además eran de muy cerca de donde somos nosotros. Yo me sentí atraído desde el primer momento por ella, pues era dulce, cariñosa y muy muy coqueta. Físicamente distaba bastante de María, mi mujer, pues al contrario de la exuberante figura que luce mi mujer(100-80-93), así como de su altura,( casi 1,80 m), Maite debía usar una talla 85 de sujetador, tenía una cinturita muy definida, y sus caderas apenas resaltaban, sin embargo en bikini, con su esplendido moreno, el pequeño tatuaje de un delfín asomando por el escote del minúsculo sujetador, y el brillante piercing que lucía en el ombligo, estaba arrebatadora.
Desde la vuelta del viaje, yo recordaba aquel cuerpo casi a diario. Después de seis meses, quedamos un fin de semana largo para esquiar, y así vernos, pues aunque María y Maite se llamaban casi a diario, no nos habíamos vuelto a ver.
Cuando llegamos a la cabaña, su coche estaba aparcado delante. No me dio tiempo a apagar el motor, y ya habían salido a recibirnos. Tras dos horas de charla, intercambiando anécdotas de recién casados, decidimos pedir unas pizzas para cenar, y poder así seguir charlando toda la noche. Alfredo hecho mas leña al fuego mientras yo llamaba, y las chicas se iban a poner más cómodas.
Maite salió del cuarto con una camiseta de manga larga de licra, muy ajustada, que insinuaba mucho sus duros pezones, pues era palpable que no llevaba sujetador, y unas mallas blancas muy ajustadas también, que marcaban su precioso y duro culo, así como la delgada línea de tela del minúsculo tanga que debía de llevar puesto. Mi mujer llevaba un vaquero bastante ajustado, y una camisa blanca, con varios botones desabrochados, que dejaban ver una generosa parte de sus tetas. Yo me quede casi sin habla, pero Alfredo soltó un silbido en plan de aprobación y no quitaba ojo de mi mujer.
Un par de pizzas después, dos botellas de vino, y casi media botella de licor, estábamos hablando sin ningún pudor de nuestras respectivas vidas sexuales. Cuando conté que yo había propuesto un par de veces el sexo anal, pero que a María le dolió en las dos ocasiones, Maite me miró muy pícara y me dijo:
¿Ves bien este pequeño culo?, pues se lo traga absolutamente todo
Yo quedé un poco confuso, y observé que María se había ruborizado un poco. En ese momento Mario se acercó a ella, le acarició el muslo y le dijo que si su mujer le ayudaba, conseguiría disfrutar a tope del sexo anal, pues era una experta.
María me miró, y yo no daba crédito a mis ojos, cuando asintiendo con la cabeza, se dirigió a Maite y le pidió que le enseñara.
Sin más preámbulos, Maite y Mario comenzaron a desnudar a mi mujer dejándola solo con las bragas puestas. Mario comenzó a sobar las tetas de mi mujer, ...