Cena de chicas: La recaudación (3) - Relatos Eróticos

Cena de chicas: La recaudación (3)

Bajo los antifaces pudieron sentir que se encendieron fuertes luces. Podían escuchar los disparos de una cámara fotográfica mientras sentían su desolador flash. Ellas intentaban en la oscuridad mostrar su imagen más sugerente al objetivo.

Los pequeños bolsos que portaban todas las chicas habían quedado en una mesita dispuesta al efecto junto a la puerta de entrada. Esos bolsos sólo contenían unas cuantas cosas que les era permitido portar.

El móvil, su identificación, sus tarjetas de crédito y una foto efectuada siguiendo las instrucciones de la última cena.

Ya llevaban más de quince minutos esperando en esa posición y los cuerpos comenzaban a sentir el cansancio. Unas manos femeninas, empezaron a buscar y extraer de sus coños los rollitos de billetes que habían previamente introducido para ofrendar junto a su cuerpo y todo su ser. Según iba extrayendo los billetes del interior de esas hembras, una voz femenina aunque algo deformada decía en voz alta la cantidad entregada. Tras contar los billetes siempre de 50 decía las cifras 500, 800 ... hasta 2.100 € en esa ocasión. El volumen de los rollitos venía a representar el grado de puterío de cada una de esas mujeres pues provenía siempre de los servicios prestados durante ese mes que siempre se cobraban a 50€. Así las cantidades venían a representar 10, 16 ...y hasta 42 servicios que de buen seguro habrían servido para dilatar tan peculiares monederos.

Cada cena las chicas eran aleccionadas con el tipo de servicios que debían ofrecer. Así podrían recibir la orden de ofrecer mamadas, vaginal, anal, lluvia dorada, lesbicos, bukakes, o cualquier otra especialidad o conjunto de ellas. Las zorras se sentían encantadas de ser bendecidas con el mayor número de especialidades posibles pues, además del disfrute aparejado, su versatilidad les facilitaría conseguir mayores ingresos. El peor castigo eran los servicios colectivos en los que siempre se fijaba un número mínimo de participantes, que aunque procuraban mayor concentración de placer y humillación, tenían el mismo precio y contribuyen mucho menos a la ofrenda económica mensual. Ese mes a Marian le habían asignado sólo bukakes con un mínimo de diez participantes; así que los 10 servicios prestados para conseguir los 500€ llenaron su boca de la leche de cien hombres. Por otra parte, es de mencionar que no se les permitía ofrecer más de un servicio al mismo cliente cada mes.

Así las chicas escuchaban las cantidades aportadas por cada una en esa competición tan desigual sin saber quién aportaba cada cantidad.

Escuchando los aportes y observando el maravilloso espectáculo de este grupo de amigas se encontraba un hombre. Un hombre bastante normal y vestido informalmente.

La mujer, mejor dicho, la esclava que había estado recogiendo las aportaciones se dirige hacia él de rodillas entregando los rollos de billetes en una bandeja que deposita en una mesita junto a su sillón. Lleva en su boca un arnés que no le permite cerrarla. Luego queda ...