1. Todo por mis braguitas


    Fecha: 10/05/2024, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ¿Qué pasó?
    
    - Pues al final... eso, que ha ocurrido nada menos que unas diez veces. En cada ocasión quiere que le regale mis braguitas después de haber estado excitándome con sus palabras. Siempre acaba diciendo "Quiero tus braguitas. ¡Ahora!", cuando sabe que me he mojado a base de bien e incluso alguna vez he llegado a correrme con sus sucias y calientes frases.
    
    - ¿Te has corrido?
    
    - Sí, una vez en la fila de la caja del banco. Me dijo que estaba detrás de mi y que imaginara como me follaba... Me dejé llevar y vaya si me imaginé la escena... tuve que cerrar los ojos y reprimir un orgasmo en medio de aquella oficina bancaria...
    
    - Pero... ¿Qué decía el muy puerco?
    
    - De todo. Que me estaba acariciando entre los muslos, que su lengua jugaba entre mis glúteos, que sus manos apretaban mis pezones, que su polla estaba dura y lista para penetrarme...
    
    - ¡Lydia, pero que salvajada!
    
    - Sí, lo sé, pero la cosa seguía y seguía, mi corazón palpitaba a 1000 por hora, mis músculos se tensaban, todo mi cuerpo se empapaba de sudor y ese hombre no dejaba de calentarme sin parar...
    
    - ¡Increíble!
    
    - No te haces idea...
    
    - No, no me la hago. Todavía estoy alucinando, tía.
    
    - Ese desconocido me ha puesto a mil, es un cerdo, lo sé, lo reconozco, pero es que me supera... ¿cómo le voy a negar mis braguitas?
    
    - Y ¿Tú se las has dado, así, sin más?, ¿Pero cómo lo has hecho?
    
    -Claro, ¡cómo para no! Creo que nadie me ha puesto nunca tan cachonda, con solo oír su voz. Además, me repetía que si no se las entregaba, no me volvería a hablar y compréndelo... no podía dejar pasar esa oportunidad. Nada más colgar, estaba loca por volver a recibir su llamada.
    
    - Flipo contigo, tía. Eres una cerda con pintas... más todavía que él.
    
    - Marta, tenías que ver como llegaba a ponerme con ese tío, me subía por las paredes, sus palabras, me hacía ver la escena de estar follando con él. La detallaba tan minuciosamente que soñaba con ese momento. Creo que me he acostumbrado tanto a sus llamadas que no puedo pasar sin ellas. ¿A que solo de pensarlo tú también te estás poniendo a cien?
    
    - Pero ¿Qué dices?... ¿Yo?, Venga.... cuéntame como le entregabas las bragas, anda.
    
    - Te veo muy interesada... jeje... Pues me decía que se las dejara en algún sitio concreto; unas veces en un ascensor de un portal, otras en algún baño público, bajo el asiento de un taxi, en un buzón, en un banco del parque... en fin, sitios donde él las recuperaría después y a la siguiente llamada me comentaba que se pajeaba con ellas, que sentía mi aroma impregnado y que le encantaba mi olor a perra.
    
    - ¡Joder que bestia! Y... ¿Nunca le viste recogerlas?
    
    - No, nunca. No sé ni como es. Me ha dicho que ni intente seguirlo. El caso es que me tiene loca y estoy esperando que hoy me vuelva a llamar y me cuente qué hizo con el tanga que recogió ayer. Es un cerdo... y me pone a mil el muy cabrón. No lo puedo remediar.
    
    - ¿Hoy también te llamará? ¿A que hora lo suele hacer?
    
    - A ...