1. Mi verano en Japón-La cueva de los deseos...


    Fecha: 10/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Zorro Blanco, Fuente: TodoRelatos

    Llegó la hora del almuerzo y, como el padre trabajaba hasta tarde, ¡me senté rodeado de chicas japonesas! Madre e hijas compartieron mesa conmigo agasajándome para que probase toda clase de manjares japoneses.
    
    Por supuesto lo probé todo, unas cosas me gustaron y otras no. Algo típico de la comida japonesa es su variedad, pero escasez al mismo tiempo. De modo que comes poco pero de muchas cosas, aunque al terminar tienes la sensación de no estar lleno. Por eso no suele haber sobrepeso en la mayoría de gente de Japón.
    
    –¿Cómo sabe la tortilla de patatas? Me preguntó Miyuki.
    
    –Bueno no sé, tendría que prepararos una pero no soy cocinero, la verdad, en mi casa las hace muy ricas mi madre –dije yo.
    
    –¡Oh sería fantástico probar comida de tu país! –exclamó Yui.
    
    –¡Si, es muy diferente de vuestra comida! –dije yo.
    
    –Bueno Toni-kun, ¿quieres ir conmigo esta tarde a cazar bichos? –dijo Rio.
    
    –¿Bichos?¡Qué asco Rio! –exclamó Yui horrorizada.
    
    –¡Oh eso sería fantástico! –dije yo al instante.
    
    Miyuki sonrió al ver la expresión de Yui.
    
    –Parece que Yui no es muy aventurera, ¿eh? Tened cuidado, hay algunos que son venenosos –nos advirtió Miyuki-san.
    
    –¡Ah mamá, estudio biología, sé de lo que hablo! –protestó su hija.
    
    –¡Oh claro Rio, pero una madre tiene que advertir! –dijo la Miyuki-san.
    
    De modo que tras cenar fui con Rio a dar un paseo, primero fuimos a una kombini, donde compramos una especie de gelatina dulce y pegajosa, luego emprendimos el camino hacia un río cercano, donde había árboles y comenzaba la jungla junto a una escarpada montaña.
    
    Pasamos por una cueva donde había un cartelito en kanji.
    
    –¿Qué significa? –pregunté intrigado.
    
    –¡Oh pone “la cueva de los deseos”! –dijo Rio divertida.
    
    –¿La cueva de los deseos? –dije yo confundido.
    
    –¡Sí tonto! ¿Entramos y te la enseño? –dijo Rio tirando de mi mano.
    
    Su mano era suave y sus dedos pequeños, muy pequeños y delicados, al cogerme sentí su suavidad y la apreté con la mía mientras esta tiraba de mi hacia el interior de la cueva.
    
    Rio vestía unos shorts baqueros que dibujaban perfectamente su trasero y mostraban sus preciosos muslos blancos. Arriba llevaba un top de finas tirantes amarillo, muy llamativo la verdad. Combinado con sus pechos medianos y su pelo rubio teñido era todo un espectáculo para la vista.
    
    El suelo era de madera y había una barandilla formada por postes y una gruesa cuerda de lino. Al final de un corto camino, tal vez seis o siete metros, había un altar donde una serie de farolillos de cera iluminaban la cueva. Todo estaba oscuro y el ambiente era mucho más fresco allí, bajo los farolillos había una poza de agua oscura y en cierta medida misteriosa, pues no se podía ver el fondo.
    
    –Si tiras una moneda y pides un deseo este se cumplirá –me advirtió Rio muy seria antes de estallar en carcajadas, pues estaba bromeando–. No en serio, tiremos una moneda y pidamos un deseo, es cierto lo que dice la tradición.
    
    –Así que cogí un poco de ...
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