Hermosa Traición: ¿Po qué lo hiciste? - Relatos Eróticos

Hermosa Traición: ¿Po qué lo hiciste?

Después de haber escuchado eso no pude sostenerme en pie, por más que intenté agarrarme de las prendas que estaba colgadas sólo conseguí una tremenda caída, derribando todo. Los amantes se sobresaltaron al escuchar aquellos ruidos provenientes del armario, se miraron asustados, intenté reprimir mi llanto, pero no tuve más remedio que aceptar que había sido descubierta.

—¿Qué fue eso? –murmuró Alejandro

—Viene del closet.

—¿Será una rata?

David negó con la cabeza.

—Hay que revisar.

—¿Y si es un ladrón? –dijo Alejandro con la voz temblorosa.

David se levantó lentamente y sacó debajo de la cama un bate de béisbol.

—Abre la puerta…

Alejandro muy nervioso, se paró delante del guardarropa, tiró de la puerta al momento que David daba un salto para asestarle un golpe a lo que fuera que estaba oculto ahí. Mi estruendoso grito provocó el de ellos, Alejandro se llevó las manos al rostro mientras mi novio dejaba caer el bate, contemplándome con ojos muy abiertos.

—¿Graciela? Por dios…

Mi rostro era un río, en ese momento me permití sollozar, no solo había sido traicionada, sino que también estaba siendo descubierta ¡Qué humillación! David se inclinó para ayudarme a salir de ese hoyo, pero el contacto de su piel con la mía me hizo estallar.

—¡No me toques! ¿Cómo pudieron hacerme esto?

Alejandro ya había empezado a llorar, mientras David torpemente intentaba ponerse la ropa interior.

—¿Y ahora vas a llorar? Pero que tal cuando te estabas cogiendo a mi hombre ¡Infeliz! ¡Traidor! –le grité a mi amigo al momento que le daba un empujón.

David decidió intervenir, poniéndose en medio de los dos.

—Grace, por favor cálmate, vamos hablar, esto no…

—¿Esto no qué? ¿Esto no es lo que parece? ¿Eso vas a decirme? ¡No seas cobarde! ¡No sean cobardes los dos! ¡Lo vi todoooooooooooooo! ¡TODO!

Alejandro sin poder detener su llanto, comenzó a vestirse, David intentando calmarme, aquello era un manicomio, yo había olvidado la excitación que había sentido hace unos momentos cuando la mirada de mi novio se posó en uno de mis pechos, que yacía completamente fuera del sujetador. Avergonzada, me abotoné la blusa lo más rápido que pude, sin dejar de recriminarle a ese par sus malas acciones.

—Graciela perdóname ¡Te juro que todo tiene una explicación! –me suplicó Alejandro con la voz quebrada.

—Mira mejor lárgate de mi casa ¡Lárgate! Que con quien tengo que ajustar cuentas es con este cabrón. ¡Largateeeeeeeeeeeee!

Enloquecida lo empujé hacia la salida de la habitación, David volvió a interponerse.

—Grace no es necesario que uses la violencia, Alejandro no tiene la culpa de nada.

—Quiero que se largue de mi casa ¡Que se largue!

Ambos salieron del cuarto, me senté en la cama y comencé a llorar, afuera podía escuchar sus voces, David intentando tranquilizar a su amante, estaba con él y no conmigo, eso me hizo sufrir más. Cuando regresó a la habitación yo no podía mirarlo, realmente me había lastimado, comenzamos a ...