1. La zodiak


    Fecha: 07/05/2024, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El verano de 2003 fue un verano intenso. Yo, como todos los años, viajaba a un pueblo en la isla en la que B. vivía, a veranear con la familia. Quedamos para comer un día y todo fue de bien. No pasó nada. Nos reímos, hablamos, pateamos la ciudad en la que él vivía... pero lo que él no sabe es que me pasé todo el tiempo que estuvimos juntos intentando adivinar qué había debajo de la ropa.
    
    B. era (y es) muy guapo. Un morenazo increíble. Tan alto como yo, con el pelo largo y los ojos marrones. Como él podía ir a la playa cuando quería, estaba moreno. Yo, en cambio, estaba blanca como la leche (parte genética, parte ambiente). Lo cierto es imaginar el contraste de su piel sobre la mía resultaba... interesante.
    
    Como B. tenía una zodiac (una lancha a motor), me propuso ir a ver calas, los dos solos. El plan pintaba bien. Comida, agua, sol y la posibilidad de que nuestra amistad se afianzara en otro terreno. Porque creo que los dos sabíamos por qué queríamos perdernos en una cala.
    
    Salimos temprano con la zodiac. El paisaje era inmejorable. El tiempo acompañaba y el mar estaba tranquilo. Durante todo el camino, estuve provocándole. Cada vez que podía, dejaba que accidentalmente mi muslo tocara su rodilla, o me inclinaba lo suficiente como para que pudiera entrever debajo de la ropa.
    
    Paramos la zodiac en una pequeña cala que él conocía. Estábamos completamente solos. Era perfecto. Echamos el ancla al agua y preparamos las cosas que queríamos llevar a la orilla. Aquí llegó uno de los momentos duros. Se quitó la camiseta para meterse en el agua y yo fui incapaz de quitarle ojo. A cada movimiento. Creo que él se dio cuenta.
    
    Después llegó mi turno. Llevaba un vestido de playa azul, corto y anudado al cuello. Me lo quité poco a poco, deshice el nudo del cuello y lo deslice hacia abajo, hasta que me quedé frente a él, tapada por un pequeño bikini de color verde.
    
    Saltamos al agua y llevamos nuestras provisiones a la orilla. Aquella cala era realmente bonita, pequeña y rodeada de rocas. Era un lugar perfecto y tranquilo. Una vez nos instalamos, fuimos a darnos un baño.
    
    El pelo negro de B. mojado sobre sus hombros, el agua resbalando desde el pecho hacia mucho más abajo. Tenía un buen cuerpo y yo quería saber qué era capaz de hacer con él.
    
    Y empezamos a jugar. Le pregunté si le importaba que tomara el sol en top-less y me dijo que no. Aquí empezaba lo divertido. Me puse de rodillas y empecé a echarme crema en los pechos. Conseguí que no me quitara ojo de encima. Tengo el pecho pequeño, pero bien colocado. Con la piel tersa y suave, y los pezones rosados. Le pregunté que si quería seguir él con la crema y me giré, ofreciéndole mi espalda. Accedió. La primera vez que puso sus manos sobre mí, sentí una descarga de adrenalina. Empezó a extender la crema, con movimientos suaves y tímidos. Le pedí que siguiera con los hombros. Cuando hubo terminado, me giré y le di un beso en la comisura de los labios. El volver a sentir su aliento tan cerca, me ...
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