1. La correcta Any


    Fecha: 05/05/2024, Categorías: Confesiones Autor: Tuca, Fuente: CuentoRelatos

    Soy Any, tengo 47 años, casada hace 25 años y puedo decir que disfruto el sexo de una manera increíble, he ido poco a poco descubriendo cosas que me dan mucho placer, perdí el miedo, eliminé los prejuicios de mi vida y he explotado todo aquello que puede hacerme gozar.
    
    Debo contar que no siempre ha sido así, pasé de ser una chica reprimida, pacata y temerosa a descubrir lo extremadamente exquisito del sexo, hasta en algún momento, considerarme adicta, una ninfómana de tomo y lomo, al punto de que hubo momentos de desesperación por estar con alguien, pero con el tiempo lo he ido controlando y ha sido realmente sorprendente el manejar lo salvaje e instintivo a mi antojo para mi satisfacción.
    
    Al decidirme empezar a contar mis historias sexuales creo que es parte de abrir otra faceta de desinhibición y no puedo dejar de pensar que a otros les pueda calentar lo que he hecho y contaré. Es parte de un morbo bastante depravado que lean mis relatos e imaginar en mis lectores alguien con una vulva jugosa y dilatada, unos pezones erectados o un pene grande, duro y caliente a punto de explotar… de solo escribirlo se me hace agua la boca… y otras partes…
    
    Ya lo estoy disfrutando y empezaré con mi gran secreto…
    
    “Crecí en una familia extremadamente conservadora y católica, en donde todo lo relacionado con el sexo era pecado, que el acto mismo era para procrear, que si alguna mujer tenía pensamientos, actos o relaciones antes de casarse era una sucia, vulgar, prostituta que se iría al infierno. Al mismo tiempo estudié en un colegio religioso que abordaba la sexualidad desde lo sagrado y con el sentido de tener bebés. Mis amigas de esa época, creo, eran iguales (aunque ahora puedo afirmar que eran unas reprimidas igual que yo y que ocultaban sus deseos más perversos para no “pecar”).
    
    Bajo todo ese precepto la relación en general con los hombres era de amistad, aunque tuve 2 pololos, pero fue lo más extremadamente sano: darnos unos besos, casi piquitos, tomarnos de las manos y salir a pasear y eso sería todo. Aunque tenía una linda figura, contorneada, lindos pechos, acinturada, bonitas piernas y un derrier bastante apetecible, jamás usé ropa que denotara mis atributos, a tal extremo que ni yo me apreciaba… ¿por qué? Bueno… porque era pecado pues!!! Por otro lado compensé esa nula capacidad de coquetear o seducir con ser destacada en deportes, en temas académicos era excelente, pero por sobre todo sobresalían mis dotes de liderazgo, lo que era muy valorado entre mis pares y adultos que me rodeaban y eso me hacía sentir bien, aunque vacía, veía a parejas demasiado cariñosas, de vez en cuando me enteraba de alguien que se había “acostado” con tal o con cual o chico muy popular y me daba algo de pena/rabia, peeero no estaba pecando como ellos, al contrario, ya tenía mi cupo en el cielo, jajaja.
    
    Pese a todo lo que quería que los demás vieran en mí, hacía “cosas” a escondidas. Cuando descubrí la masturbación, lo hacía con tanta frecuencia como podía, ...
«123»