1. Mala leche


    Fecha: 03/05/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Me gusta vestir con estilo, Springfield, Massimo Dutti… y no, no soy de los que se ponen lo primero que pillan. También me gusta oler bien, que para mi es oler a Sports-Man o Boss Bottle, en días señalados.
    
    En cuanto al sexo, ya no poseo el vigor de hace veinte años, época en la que tuvieron lugar los hechos que detallaré a continuación. No obstante, suelo follar a mi fascinante esposa un par de veces por semana, que no está mal después de quince años juntos. Debo confesar que siempre he tenido cierta fascinación por el sexo anal, lo que durante algún tiempo me resultó bastante inquietante. Sin embargo, con el paso de los años acabé descubriendo que, simplemente, me cautiva someter a las mujeres a mi voluntad. Por último, sólo me queda aclarar que tengo entre las piernas más de lo que a la mayoría de ellas les coge en la boca.
    
    Por aquel entonces yo tendría veintiún años y por tanto estaba en la universidad. En cambio, algunos amigos míos no habían estudiado y ya estaban trabajando. A pesar de esto, yo seguía saliendo con ellos cada fin de semana. De modo que cuando se terminaron los exámenes les propuse que nos fuéramos juntos de cámping. Allí fue donde empezó todo.
    
    Yo estaba junto a otros chavales en el lugar donde habíamos quedado para salir cuando vi aparecer a mi prima Natalia cargada con una mochila casi tan grande como ella. Llevaba años sin verla, puede incluso que desde el día de su primera comunión. Aún así, la reconocí de inmediato. Apenas había cambiado. Con aquella sonrisa angelical y ese cuerpo menudo, nadie hubiera pensado que mi prima tuviese casi dieciocho años.
    
    Nata, como solíamos llamarla, era una mujer en miniatura. No mediría más de metro y medio, pero como estaba delgada, su cuerpo gozaba de unas proporciones adecuadas. Tenía un culito súper macizo que parecía mayor de lo que era a causa de su cintura de avispa. De lo que carecía era de pecho, sus peritas se habían quedado a medio madurar.
    
    Aunque Natalia era la más bonita de todas mis primas, su nueva y estridente apariencia no era de mi gusto. Me sorprendió que mi prima se hubiera convertido en lo que entonces llamábamos una choni. Llevaba puestos unos minishórts de lycra que se infiltraban vertiginosamente entre sus nalgas y, en la parte superior, una fina y escueta camiseta de tirantes que a duras penas contenía la consistencia de sus pezones.
    
    Al parecer, Nata era amiga de la amiga de alguien y se venía con nosotros a pasar el fin de semana en la sierra. No sé cómo ocurrió, pero el caso es que cuando quise darme cuenta mi prima se había subido en mi coche o, mejor dicho, al coche que mi madre me había prestado. Seguimos hablando y gastándonos bromas, no sólo nos tratábamos con familiaridad, había buen rollo.
    
    El padre de Nata, mi tío, era médico militar, aunque en realidad era más militar que médico. Capitán del ejército de tierra, había ostentado el mando de su casa con la misma disciplina castrense de un cuartel. Sin embargo, el tiro le salió por la ...
«1234...8»