1. El mejor trabajo de mi vida


    Fecha: 02/05/2024, Categorías: Voyerismo Autor: dlacarne, Fuente: RelatosEróticos

    Tuve que dejar mi casa, mi estudio, acababa de quedarme soltera... el verano no empezaba de la mejor forma. Necesitaba un cambio de aires, pero también tenía urgencia por volver a trabajar. Así que, como soy fotógrafa, pensé que sería buena idea irme a los pueblos turísticos de alrededor y hacer reportajes en las discotecas de la playa.
    
    Empecé a echar fotos en “La Sirena”, una discoteca de un pueblo de quinientos habitantes que triplicaba su población en verano. Todas las noches se llenaba de chicas y chicos clónicos, de dudoso gusto y con el solo objetivo de echar un polvo.
    
    En una de tantas que estaba echando fotos a borrachos salidos, una chica se me acercó para hacerme una propuesta. Dijo haberme visto trabajando varias noches y conocer mi trabajo de las redes sociales. Por lo que me contaba, parecía gustarle bastante y me preguntó si podía hacerle una sesión privada. Acepté encantada, quería volver a abrir un estudio tras el verano y necesitaba toda la pasta posible. Desde el primer momento, la chica me cayó en gracia y llamó mi atención: rubia con ojos azules, casi tan alta como yo, un montón de tatuajes y un estilo que no encajaba para nada con la fauna del local. Vestía, a modo de chaquetilla, una camisa hawaiana varias tallas más grandes, llevando por debajo solo un bikini rojo, y vaquero cortado a ras de ingle. La chica no tenía nada destacable en concreto, más allá de unas muy bonitas piernas y un tipazo. No es por ser presumida, pero yo creo que estoy mucho más buena. Sin embargo, tenía algo especial, casi etéreo, que la hacía súper sexy y le daba un tremendo atractivo.
    
    La sesión fue bastante bien: unas fotos en la playa al atardecer con su tabla de surf. Alguna más subida de tono que otra, pero sin llegar a lo erótico. Delante de la cámara tenía una presencia demoledora. Por lo que pude ver en su instagram, subía contenido de este tipo y tenía un considerable número de seguidores. Kat, que así se llamaba, quedó encantada e hicimos cierta amistad. La verdad que yo también estaba muy contenta con el resultado.
    
    Un par de semanas después, me presentó a un chico con el que la había visto en varias ocasiones y me preguntó si podríamos hacer una nueva sesión en la que participaran los dos. Toni era su nombre, un macizo guaperas, quizás un poco bajito, también tatuado por completo, con barbita y pinta de ser tímido y, a la vez, todo un seductor. Se alejaba también del estereotipo del lugar. Por supuesto, una vez más, acepté sin dudar.
    
    Me contó su idea: quería que, aprovechando que estaban los dos, fueran unas fotos un poco más apasionadas, con poses atrevidas que evocaran una práctica sexual. Empezarían en ropa de calle y terminarían en ropa interior. Me pareció buen plan.
    
    Quedamos en un almacén destartalado de un conocido suyo y, con cuatro arreglos, conseguimos que pareciera una fábrica abandonada muy chula. Empecé a disparar y los dos fluyeron con gran naturalidad. Sin decirles nada sabían cuando trasmitir deseo, cuando ...
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